Guayaquil, la ciudad de Medardo, fue la cuna del pronunciamiento alfarista allá por 1895, la ciudad rebelde, la ciudad heroica que después se convertiría en mártir. La urbe era parte del desarrollo económico del Ecuador, y el producto que afianzaba ese desarrollo era la pepa de oro, el cacao. Gracias a su exportación había nacido una poderosa oligarquía que gozaba de un gran poder económico, político y social en todo el país; gracias a la destrucción del ala revolucionaria del alfarismo, el partido liberal había establecido una alianza tácita con el gamonalismo serrano, el boom de los grandes señores del cacao sería entre 1880-1925.