“Mbappé en dificultades”, dice L’Equipe. “Decepciona”, titula Le Figaro. Marca y As lo ponen en tapa con enormes leyendas: “Pinchazo” y “Bajonazo”, responsabilizándolo en buena medida del empate ante el humilde Mallorca. Los medios de Francia y España reflejan el presente del juego del goleador. En su debut madridista ante el Atalanta al menos marcó un gol; en el estreno liguero en Mallorca fue nulo. No es fácil sostener la fama. Jugar de 9, sin espacios, es bravo. Y en el Madrid la punta izquierda es de Vinícius. Kylian va a tener que jugar enjaulado en el área. En verdad viene mal desde la Eurocopa, donde él mismo reconoció que fue fantasmal. No da soluciones futbolísticas (no crea juego) y depende de que le traigan la pelota y se la den con ventaja para él rematar. Se ha convertido en algo muy parecido a Cristiano Ronaldo: dependiente de los demás, no de él mismo. Para mejor, el PSG arrancó la liga francesa ganando 4 a 1 de visita al Le Havre y 6-0 de local al Montpellier. Una máquina sin él. Los diarios franceses, a coro: “El equipo de Luis Enrique parece no extrañar a Mbappé”. El nuevo ídolo se llama Bradley Barcola (con acento en la a). No solo hace goles, tiene magia, juega y hace jugar.