La frase pertenece a Diego Lugano, duro capitán de la selección uruguaya entre 2007 y 2014. La Celeste comenzó a desinflarse a partir de la Copa América 2015, pero antes, entre 2008 y ese Mundial de Brasil tuvo un período brillante en que su luz llegó a todas las latitudes, como en aquellos gloriosos años 30 y 50, incluso los 80. Uruguay clasificó a tres Mundiales consecutivos, fue cuarto en Sudáfrica en memorable campaña, ganó de manera estupenda la Copa América 2011 y mostró toda la grandeza de su fútbol combativo, de carácter, también la clase de muchos de sus hombres, especialmente el trío de ataque Suárez, Cavani y Forlán que, por mucho que susurre la nostalgia, es seguramente la mejor delantera de su historia, aunque no sean campeones del mundo y otros más antiguos sí.