Esta columna va dirigida a los viejos fanáticos del fútbol que llenaban la general del viejo estadio Capwell para alentar al Barcelona de antaño, el de los criollos artistas del balón que cobraban muy poco pero que dejaban el alma en las canchas. A los que lo vieron ganar tres veces al Millonarios de Bogotá; a los que celebraron la gira invicta a Barranquilla, adonde invitaron al club para ver si era cierto que era tan bueno como para vencer al Ballet Azul de Néstor Raúl Rossi, Adolfo Pedernera y Alfredo Di Stéfano y terminaron con una catarata de elogios para “el mejor equipo que ha pasado por nuestros estadios”, como dijo el cronista Arkamuz en el diario barranquillero El Heraldo.