Los 27 artistas y un grupo que intervienen en el proyecto Arte Urbano Guayaquil 2011, Caballos de Colores respetaron la sugerencia de la curadora Inés Flores sobre el uso de óleos, acrílicos y esmaltes en la elaboración de sus obras, ya que estos materiales se adhieren de mejor manera al caballo esculpido en fibra de vidrio en los talleres San José, situado en Quito.

Cada uno fue entregado en los talleres y casas de los creadores en febrero pasado. Édgar Calderón lleva trabajando un mes. Explica que la anatomía de su caballo criollo le permitió desarrollar la temática que viene proponiendo desde 1992: las escalinatas y viviendas regeneradas del cerro Santa Ana.

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“He querido despegarme de ese tema, pero siempre la gente me sugiere que vuelva a él. Regresando muchos años atrás, creo que he plasmado las formas del cerro (Santa Ana) porque como llevo viviendo 20 años en Las Peñas he visto de cerca el cambio por la regeneración urbana”, subraya.

Agrega que su caballo le permitió manejar profundidad, simetría y perspectiva, que son los elementos que utiliza para también pintar sobre el lienzo las escalinatas del cerro.

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En la frente de su caballo Calderón escribió las palabras Prohibido prohibir, porque “guarda de alguna forma una connotación política de acuerdo a los momentos actuales”. Asimismo, pintará en la cara del caballo una máscara de las que se usan en el Inti Raymi, porque “es una forma de unificar la Costa con las escalinatas y la Sierra con esta fiesta tradicional”.

Los caballos están hechos en fibra de vidrio porque les ofrece liviandad a la escultura y “al exhibirse al aire libre, porque es arte urbano, tiene durabilidad y es resistente a los vaivenes climáticos”, dice Flores.

El fútbol es pasión, integra a la gente y motiva a celebraciones. Las características de esta disciplina mundial las tiene claras el pintor Christian Moreano, quien ha plasmado historias con esta temática en varios cuadros colgados en las paredes de su casa, en Las Peñas.

Él recibió un caballo de paso y una vez más el fútbol fue clave. Barcelona, Liga y Emelec fueron los equipos que eligió para uniformar, a punta de óleo y acrílico, esta obra. En la mitad del lado derecho del caballo están los de la Boca del Pozo; mientras que del izquierdo está plasmada la Sur Oscura, con su emblemático toro. La Liga de Quito viste la cara del animal. Es su máscara. “Preferí hacerlo de esta manera porque la Liga es el campeón, el mejor equipo que hay hasta ahora, por eso lo puse en la cabeza del caballo. Como Emelec le sigue en la tabla (de posiciones), decidí incluirlo. Ambos tienen los mejores puntos”, indica.

Incluyó a Barcelona porque “es el ídolo del Ecuador, de eso no hay dudas”. Por vestir su obra con los tres equipos del fútbol local la tituló Mi caballo es un campeón.

A Moreano le parece grato participar en un proyecto “en el que constan artistas de la talla de Theo Constante, Enrique Tábara y Jaime Villa, y también con jóvenes como Lenin Mera, que es un gran exponente por los premios que ha obtenido”, dice Moreano.

Mera, ganador del Salón de Julio del 2009 y del Salón de Octubre de ese año y del 2005, se inspiró en la literatura universal para intervenir su obra. “Mi objetivo es tratar de dar la impresión como si el caballo fuera un juguete: quiero que al verlo piensen en el Caballo de Troya”, sostiene Mera, quien vive en Durán y en donde ha pintado su obra.

El artista prefirió trabajar con óleo porque así le dio mejor el efecto de que está hecho de madera. El caballo árabe de Patricia León se titula Libertus y ella usó “texturas para crear volumen y relieves (dibujados como grabado) en cascos (con pedazos de cuarzo tornasoles). Pinté con acrílicos y he aplicado mica dorada-bronce que dispone valores propios para lo que busco expresar: sensualidad y riqueza de mujeres”.

Robin Echanique consideró todo un reto pintar sobre un soporte no convencional. En su obra, trabajada en acrílico de color magenta, dibujó rostros, pies y manos. “Soy un pintor figurativo, expresionista. La temática es que existe una dualidad entre el caballo y el ser humano, pues ha sido el animal sobre el que han montado grandes libertadores para librar sus batallas. Es prácticamente parte de nuestra cultura”, señala.

Wilson Zuloaga llamó a su caballo criollo como El mil amores, y utilizó óleos de colores brillantes como el naranja, el rojo, el amarillo en contraste con los azules y los verdes. “Preferí trabajar la abstracción para que pareciera el fragmento de diversos cuadros”, expresa.

Flores comenta que a los caballos elaborados en óleos y acrílicos se les colocará laca para que su pintura perdure mucho más.

“Hubiera querido transformarlo en yegua, pero la libertad ahora galopa y con ello mi género vital también”.
PATRICIA LEÓN

“Yo soy un artista de figuras o paisaje tradicional, pero decidí inclinarme por la abstracción porque el soporte es generoso”.
WILSON ZULOAGA