“La noche se instaló, ya las montañas empezaron a encenderse con las lucecitas de la ciudad, disfruten de la noche y de su magia”, dice con aplomo Juana Neira, al finalizar su programa, ‘Sueños de Papel’.

Faltan cinco minutos para las 19:00 y las dos horas dedicadas a historias reales o ficticias a través de la literatura se han quedado cortas.

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Neira, ganadora del premio Darío Guevara Mayorga, en género cuento con su obra Se necesita un superhéroe, en el 2009, mantiene desde hace seis años ese programa en radio Visión, que para ella surgió sin proponérselo. La iniciativa la tuvo Diego Oquendo Sánchez, gerente de programación.

Mientras la voz inconfundible de Ana Torroja canta Eugenio Salvador Dalí, comenta que elaborarlo le lleva de cuatro a cinco horas diarias que las comparte con su profesión de esposa y madre, de ser jurado en concursos literarios en establecimientos educativos y en la escritura de su tercer libro infantil, que se llamará La nube número cuatro.

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Es cuencana, nacida en 1963, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Cuenca y Antropología en la Universidad Católica. Ha participado en cursos abiertos de Literatura y Letras en la Universidad Andina Simón Bolívar y en talleres de producción de radio.

En su programa –que se transmite de lunes a viernes– Neira comenta de nuevos libros, invita a lectores, lee poesía, narra cuentos infantiles, todo intercalado con música de diversos artistas.

“La ciudad va viviendo una sombra distinta, las nubes se están moviendo, hay colores violáceos y algo anaranjados en el horizonte y esa es la magia de esta hora, de esta hora del crepúsculo en que nos inspiramos para la lectura, para la escritura, para el amor, para una buena conversación”, le cuenta Neira a sus oyentes tras mirar por un enorme ventanal desde donde se aprecia el norte de la ciudad de Quito.

En una amplia cabina de radio, donde predomina la madera, una gran alfombra café, varios micrófonos y materiales absorbentes que garantizan la calidad del sonido, Neira tiene todo a su mano: dos teléfonos celulares, una computadora portátil, un teléfono inalámbrico, varios discos compactos y sus libros de referencia.

El poder transmitir la palabra a través de las ondas radiales le ha dado lo que llama su mayor satisfacción: tener oyentes no videntes.

Reconoce que si bien el programa puede ser elitista, que lo atribuye a la falta de amor por la lectura del ecuatoriano, recalca que entre su público también hay gente que la escucha en los buses, taxis, que son artesanos o gente que le envía mensajes reportando la sintonía.

“La misión del programa es capturar lectores que se acerquen a la literatura desde el placer, el gozo, la diversión”, sostiene tras despedir el programa y empezar a planificarlo para el siguiente día.