En Copenhague se esperaba que 192 países firmen  un acuerdo vinculante con cuatro componentes: 1) continuación del Protocolo de Kyoto o uno nuevo que lo suplante luego del 2012; 2) no sobrepasar 2ºC y mantener el nivel del CO2 en 350 ppm –partículas por millón–; 3) pagar por conservar bosques a través del mecanismo REDD; y, 4) establecer montos de ayuda económica y transferir tecnología a países en vías de desarrollo, para mitigar y adaptarse al cambio climático.

Distintos jefes de Estado acudieron a la sesión plenaria.

Shimon Peres, presidente de Israel, dijo, en un inusual discurso: “Llamaría a mis vecinos, incluso con los que no hemos alcanzado relaciones diplomáticas, para juntar manos y esfuerzos para salvar nuestra región. Los desacuerdos políticos no deberían evitar la cooperación ambiental. Las moléculas de carbono no tienen pasaporte. Los ríos no requieren de visa. La polución viaja a través de ellos. Todos nosotros –judíos, cristianos y musulmanes– rezamos para que el río Jordán fluya de nuevo, fresco y santo. Mi llamado es el de la Biblia desde la época de Adán: cultivar y preservar el Jardín del Edén. Nuestra Tierra”.

Hugo Chávez: “…Nosotros tenemos ya el sol a la espalda; ellos –los jóvenes– tienen el sol al frente y están preocupados… Este planeta tiene miles de millones de años, y vivió sin nosotros, no le hacemos falta. Nosotros sin la Tierra no vivimos”.

Obama, criticado por su no compromiso en un acuerdo internacional vinculante, fuera de su política interna, dirigió su discurso a países como China, que se convirtió en el gran emisor de CO2 a la atmósfera siendo un país en vías de desarrollo, “necesitamos un mecanismo para revisar nuestros compromisos de reducción y para intercambiar de manera transparente la información. Esto no significa infringir la soberanía. Solo así movilizaremos 10 billones de dólares en el 2012 y 100 billones en el 2020… Hay países en vías de desarrollo que quieren ayuda sin ninguna responsabilidad… Escojamos acción sobre inacción, futuro sobre pasado…”.

Sarkozy comprometió el apoyo de Francia y cuestionó a sus pares: “Les hablaré francamente, el fracaso está prohibido… Estamos aquí para tomar decisiones… Debemos reconocer nuestra responsabilidad en la polución del planeta y por ello nuestros compromisos son más fuertes… ¿Quién osaría decir que los países en vías de desarrollo no necesitan 10 billones de dólares en los tres siguientes años y 100 billones de euros desde el 2020 para responder al cambio climático? ¿Quién osaría decir que no necesitamos un organismo donde podamos debatir hasta la saciedad, para comparar las respectivas obligaciones de cada uno? ¿Quién osaría alegar que la transparencia deben aplicarla todos los países, menos uno mismo?...
Tenemos una responsabilidad histórica, ¿quién osaría negarla?... El tiempo está contra nosotros, sentémonos ya a trabajar en el acuerdo…”.

¿Y Ecuador?  Deberá ser el primero en línea cuando entreguen la ayuda económica. Para eso debe lograr un bloque latino que apoye sus propuestas.
Ser creativos en las negociaciones. Demostrar coherencia entre políticas internas y acciones. Reconocer fichas en el ajedrez internacional. Incluir visión empresarial. Tenemos un año hasta la próxima reunión en México. Al mundo le urge un cambio… y a los ecuatorianos, participar y ganar en él.