Hace quince años se creó el preservativo para las mujeres, pero en Ecuador no se vende por su elevado  costo y su poca difusión. Conozca las ventajas y desventajas. La primera respuesta es una cara de asombro. Sí. Después de visitar unas seis droguerías de la ciudad y preguntarle al farmacéutico si acaso tiene un condón femenino de venta, la reacción es un gesto de sorpresa y, a veces, discriminador. El vendedor acomoda el rostro  y  luego contesta: “No, no tenemos eso”.El que una mujer busque protegerse en una relación sexual  es mal visto en algunos sectores de Guayaquil y poco factible, porque este preservativo, que hace quince años los científicos presentaron al mundo como una alternativa para que ellas se protejan sin depender de la aceptación de sus parejas, no se vende masivamente en el país. La llegada del condón femenino se espera antes de que termine el 2008. En Ecuador ya hay centros especializados en salud sexual y reproductiva que planean introducir este método anticonceptivo, entre ellos, el Centro Médico de Orientación y Planificación Familiar (Cemoplaf). “Cemoplaf ha solicitado a su proveedor en Alemania 200 mil condones femeninos para incorporarlos a la oferta de métodos hasta fines de este año”, dice Caton Olmedo, director de Evaluación e Investigación de Cemoplaf. Este centro ha realizado dos estudios de mercadeo para conocer qué nivel de aceptación tendría el preservativo entre las mujeres. De entrada, los primeros resultados de esa investigación revelan un apoyo del 75%, aunque ellos creen que puede haber distancias entre el deseo y la utilización real, por lo que estiman que la aceptación mínima podría llegar al 25%. Eso ya sería bastante para un método del que casi no se habla en el país y que, sin embargo, es muy utilizado en Europa y Estados Unidos para prevenir no solo los embarazos no deseados sino enfermedades de transmisión sexual como el VIH/sida. De hecho, el 95% de las mujeres que lo usan en el mundo busca evitar la infección del sida, según las investigaciones de Cemoplaf. Adriana, por ejemplo, una mujer de 27 años, se infectó con el virus que produce el sida en el 2006. Lo adquirió a través de su esposo que le fue infiel y que además se inyectaba drogas.  “No sé cuál fue la vía por la que él se infectó, pero creo que si hubiera usado el condón nada me habría pasado”, dice ella al relatar la serie de problemas que tuvo con su cónyuge para utilizar un método anticonceptivo, pues él nunca aceptaba usar el condón. Es que en muchos países en vías de desarrollo, entre ellos Ecuador, la mayoría de mujeres no puede negociar con sus esposos el uso del condón masculino y tampoco pueden acceder al preservativo femenino, cuya demanda actual está muy por debajo del condón que utilizan los hombres. “Menos de tres condones femeninos se usan en el mundo por cada 1.000 masculinos”, dice Farah Karimi, directora ejecutiva de Oxfam, una organización internacional que promueve campañas contra el VIH/sida en más de 100 países, incluso en Ecuador. Karimi señala que cada año solamente se venden, en promedio, unos 28 millones de condones femeninos, a diferencia de los masculinos de los que se llegan a comercializar 11.000 millones. Esto, pese a que las mujeres son cuatro veces más vulnerables de infectarse con el VIH que los hombres, pues el área de los genitales femeninos expuestos a semen y otros fluidos sexuales es más grande que los del varón, según refiere la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Además, el semen contiene más virus que los fluidos vaginales. Con el condón femenino la protección es mayor que con el masculino, pues esta especie de funda que se coloca en la vagina es fabricado de poliuretano, un químico que no se afecta por los cambios de temperatura y que, incluso, es más fuerte que el látex con el que se elabora el condón masculino. El poliuretano no tiene efectos secundarios. Además, el condón femenino puede colocarse hasta ocho horas antes de tener una relación sexual. Machismo y prejuiciosA pesar de las ventajas que representa su utilización, el condón femenino enfrenta obstáculos debido al desconocimiento médico y de las usuarias, a la falta de educación sobre su aplicación, al machismo en la sociedad y a los prejuicios religiosos. “No es un asunto solo de tenerlo en el mercado sino de romper algunas barreras en la sociedad, de cómo vivimos la sexualidad, pues hay un problema intrínseco que es el machismo y muchas mujeres lo fomentan, ellas mismas se niegan a que sus esposos usen el condón”, explica Miriam Becerra, directora del Departamento de Educación y Comunicación de Aprofe. Pero no solo hay que vencer los prejuicios sociales. También se deben desvirtuar algunos mitos relacionados con el uso del condón, por ejemplo, aquel que asegura que el preservativo disminuye el placer sexual de la pareja. “Muchas mujeres creen que este condón impediría el placer sexual y que la relación con su pareja se enfriaría, pero eso es solo un mito o creencia errada, porque el placer se obtiene mediante un preámbulo amoroso y una adecuada estimulación erótica”, dice la ginecóloga Gina Brown Muñoz. Otra de las barreras tiene que ver con que las mujeres ecuatorianas no están acostumbradas a la manipulación de los genitales, dice Virginia Gómez, directora del Centro de Educación, Protección y Ayuda a la Mujer (Cepam).“El condón femenino hay que introducirlo en el fondo de la vagina y eso implica una cultura de desinhibición; en países como el nuestro es más difícil porque hemos crecido inhibidas”, explica. El precio, otra barreraUno de los obstáculos por los cuales el condón femenino no ha logrado un acceso universal ha sido su precio, que cuesta en promedio 18 veces más que el condón masculino en los países donde se lo comercializa, esto es entre $ 2 y $ 8, e incluso más. “Es un producto bastante costoso, creo que $ 15 costaba cada uno, además se utiliza uno por relación; el precio es un problema a la hora de promocionarlo”, dice Miriam Becerra, quien agrega que las autoridades sanitarias deberían acordar costos más baratos con los fabricantes en otros países para traer este producto al Ecuador. En cambio, Caton Olmedo, quien ha investigado los precios mundiales de este producto, dice que el costo varía entre $  0,80 hasta $ 1,20. “El valor más frecuente es de $ 1 por condón, con registros de calidad (mercados europeo y americano). Los asiáticos lo costean a la mitad de este valor ($ 0,50)”, explica el especialista. Cemoplaf está negociando este precio ($ 0,50) adjunto a la adquisición de un lote alto de condón masculino que se vende a $ 0,25 por una unidad. “Todavía no tenemos precisión sobre el precio de venta, porque es parte de la adquisición conjunta que menciono”, aclara  Olmedo. En el mundo, grupos de activistas por los derechos sexuales y reproductivos reclamaron en México a inicios de mes la creación de una agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para las mujeres, que ponga en práctica planteamientos como el condón femenino. “Las mujeres deben ser capaces de protegerse a sí mismas, nos avergüenza que sea tan lento el acceso a los condones femeninos”, dijo Mary Robinson, ex comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Ella recomendó: “Si él no usa su condón, tú usa el tuyo”.