La llorona  es una novela muy a lo Marcela Serrano: un libro en el que se aborda  el universo femenino, como ha sido la constante de esta autora chilena  desde sus inicios.Pero contrariamente a sus novelas anteriores, por lo menos a las tres que he leído (Nosotras que nos queremos tanto, Para que no me olvides y El albergue de las mujeres tristes), en las que las protagonistas son mujeres de clase alta o media y profesionales, en La llorona   las retratadas son mujeres pobres, no instruidas, y como bien dice una de ellas, no sacrificadas, sino sufridas,  y aburridas de sus vidas pobres y sin destino.Serrano toma para su novela una pizca de la leyenda de La llorona, aquella madre que deambula por los caminos llamando a los hijos que ha asesinado. Pero realiza su propia historia. El centro de esta novela es  una madre, una joven campesina  cuya   hija recién nacida murió  o tal vez se la robaron en un hospital público y  vendieron al mejor postor. Nunca vio su cadáver. Le dijeron que la incineraron. Ella la busca desesperadamente. Cree que está viva, aunque en el hospital le hayan entregado un acta de defunción.Por el juego de ambigüedades del que se enriquece la literatura, no se sabe a ciencia cierta qué realmente pasó: si la niña   murió o  si, como cree su madre, fue vendida por el personal del hospital. Este hecho  le da una especie de suspenso a la novela y al personaje central: ¿es el corazón de una madre el que intuye que su hija está en algún lugar del mundo? ¿o es el no aceptar la muerte de su hija lo que lleva a esta mujer a los límites de la locura y  al delirio? “Ser pobre es tantas cosas además de la falta de dinero”, dice la joven madre. Y en la novela se muestra la vulnerabilidad en que se hallan los que menos tienen. Pero lo que podría quedarse en un tono lastimero, es salvado por algunos elementos que se le incorporan a la historia: la protagonista fue a la escuela y a la secundaria y se prendó de los libros. Y los libros fueron su salvación. Gracias a estos no se hundió del todo, cuando parecía haber tocado fondo.En la historia se hace evidente esa solidaridad de mujeres que   ha estado presente, asimismo, en las otras obras de Serrano. En La llorona está Olivia, la abogada  que se interesa por el caso de la niña; Flor, esta mujer con una malformación en el paladar, impedida de hablar y que luego recupera su voz. Elvira, la enfermera. La madre que siempre    escucha y apoya. Y aparecen, además, algunos personajes masculinos capaces de ser tan solidarios como las mujeres: el filósofo, ese joven que inició a la protagonista en la lectura,  el  padre campesino, los hermanos, el sacerdote amigo de Flor.A veces la novela se torna un melodrama, una especie de telenovela mexicana o venezolana llena de coincidencias forzadas para encajar la historia, pero la salva   el itinerario  vital de  esa mujer que se va transformado y que contrariamente a las telenovelas, donde la pobre se hace millonaria y al final es feliz para siempre, en La llorona lucha, ayuda a otras mujeres que como ella han perdido a sus hijos, denuncia injusticias, alza su voz. Se torna un personaje público. Cae y vuelve a levantarse.  Pierde el miedo. ¿De cuánto esfuerzo es capaz una madre?  ¿Por qué  la creen  loca? ¿O será que la locura es la palabra que mejor designa a las situaciones y a los hechos   para los que no se halla nombre? La llorona es una obra de 167 páginas, publicada por   Editorial Planeta y la octava novela de   Serrano, una autora de la que el escritor español Arturo Pérez Reverte expresó: “Sus novelas son sabias y lúcidamente femeninas. Leer a Marcela Serrano es como asomarse a los ojos de todas las mujeres del mundo”.