Si algún caricaturista llevaba en la sangre la memoria de la oposición política, ese era Carlos Andrade, nacido en 1899 y mejor conocido como Kanela por una particularidad: era pelirrojo. Fue miembro de una familia que se forjó en el naciente liberalismo, se mantuvo fiel a su versión pura, (los Andrade de Roberto y Julio), y vivió por ello una constante zozobra y persecución.