Las declaraciones del presidente Guillermo Lasso durante una entrevista con el medio estadounidense Voz de América, realizada el 22 de septiembre, han causado indignación en los ecuatorianos.

La impotencia crece con noticias como la de la noche del 24 de este mismo mes, en la que circularon videos y fotos dolorosas del más reciente asesinato de cinco personas en Durán por acción de sicarios que dispararon contra un grupo de personas que veían un partido de fútbol.

Consultado sobre las imágenes del asesinato del excandidato a la Presidencia Fernando Villavicencio que se proyectaron a nivel internacional el 9 de agosto, el mandatario dijo: “Yo comprendo que esas imágenes que recorrieron el mundo generen una sensación de absoluta inseguridad en el Ecuador, que no es tal, porque gran parte de la violencia, yo diría el 90 %, es entre las pandillas, entre los grupos delincuenciales organizados que se disputan territorios para la venta de droga”.

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El jefe de Estado también dijo que como ecuatoriano desea que eso cambie. Todos los habitantes de este país lo anhelan, señor presidente. Y quienes tienen a familiares inocentes entre las víctimas de los ataques grupales que se hacen frecuentes en Ecuador, los parientes y amigos de las víctimas colaterales, no coinciden en absoluto con usted en que la inseguridad es ‘una sensación’.

Es cierto que los ataques, en su mayoría, pueden ir contra miembros de bandas delictivas, pero los muertos los está poniendo el pueblo ante la inacción gubernamental en territorios donde por su inteligencia y fuerza pública conoce que están en disputa y ahí no solo viven delincuentes, más bien estos se han infiltrado poniendo en riesgo a familias que no tienen las posibilidades de cambiar de casa.

Los gobernantes deben aprender a manejar su discurso. Más allá de las cifras que puedan tener, ofenden de palabra a un pueblo que se desangra y de acción a quienes confiaron en ellos. No se puede seguir perdiendo vidas y pretender que es percepción. (O)