Tras la victoria de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de Chile del pasado domingo, se suma otra país que dejará de tener un Gobierno de izquierdas para tener un marcado giro hacia la derecha.

Se habla de la teoría del péndulo y otras motivaciones para explicar este escenario, muy diferente a lo que se ha venido dando en la región en este siglo.

Varios de nuestros columnistas dan su comentario sobre este panorama, de si es una marcada tendencia u obedece a razones circunstanciales.

Hernán Pérez Loose

«A primera vista, parece justificado hablar de un giro hacia la centroderecha en América Latina. Las últimas elecciones presidenciales desde El Salvador y República Dominicana hasta Argentina y Bolivia parecen la cara opuesta de lo que sucedió en la región en la primera década de este siglo, cuando el triunfo de Chávez en Venezuela fue sucedido por el de otros líderes de similar tendencia. Cabe recordar que estos últimos fueron elegidos en una época de la gran bonanza que se vivió en esos años por los altos precios internacionales de materias primas. Ello facilitó un gasto público gigantesco, que lamentablemente provocó profundas distorsiones económicas. Hoy esa bonanza ha terminado, y los problemas de inseguridad, crimen e inmigración —a los que la izquierda no ha sabido responder— se han tornado prioritarios para los electores. Probablemente quien más ha contribuido a este surgimiento de la centroderecha ha sido el propio Maduro.

Sin embargo, las generalizaciones tienen sus riesgos. En Chile, por ejemplo, la reciente elección de Kast no puede ser vista necesariamente como una tendencia que llegó para quedarse, tal como no lo fue la elección de Boric en su momento. Argentina en los últimos años ha elegido a una líder populista de izquierda (Cristina Kirchner), a uno de centro (Macri) y otro de derecha (Milei). Muchas de estas elecciones son resultado de coyunturas locales.

Lo más importante que hay que rescatar de las elecciones chilenas en la última década ha sido su respeto por la institucionalidad democrática. El gobierno de Boric no siguió el camino de Allende, y los de Piñeira los de Pinochet. La primeras declaraciones de Kast han sido de respeto al sistema democrático». (O)

Grace Jaramillo

«América Latina, desde su retorno a la democracia en los 80 y 90, ha tenido ciclos político-ideológicos fluctuantes. Y eso es normal en democracia. Recordemos que la primera década del siglo XXI fue el ascenso de la marea rosada —y en algunos casos roja— en la región, pero al final del boom de los commodities, el descontento social y el ascenso del crimen organizado hicieron que la población privilegiara mano dura contra la inseguridad, políticas típicamente asociadas con la derecha. La victoria de José Antonio Kast era esperada por el descontento generalizado con el gobierno de Gabriel Boric y porque justamente la creciente inseguridad pública en los últimos años ha movido a los votantes a buscar líderes que ofrecen “mano dura” para retornar la paz». (O)

Gabriela Calderón de Burgos

«Al votar las personas obedecen a emociones antes que a la razón. Se hartan de ciertos discursos de políticos para acoger los de otros.

Ahora, desencantados de las promesas socialistas, siempre inviables, giran su interés hacia propuestas liberales y conservadoras, que ya antes condujeron sus países hacia la prosperidad, como son los casos de Argentina y Chile.

Claro, después de un periodo de prosperidad, que usualmente preceden las revoluciones, regresará muy probablemente el interés por un mayor intervencionismo, restando libertad y prosperidad». (O)

Mauricio Gándara Gallegos

«El triunfo de la extrema derecha en la elección presidencial en Chile nos lleva a analizar el fenómeno en ese país, solamente, o tomar el asunto como uno regional en Latinoamérica. Si se tratara de lo primero, podría pensarse en si el Gobierno saliente, de izquierda, fue exitoso, si sus acciones fueron populares; o, si no lo fueron, eso perjudicó a la candidata progresista, que no podía presentarse como crítica, opositora. Parecería que la perjudicó el no presentar una política contra la inmigración, a la que se culpa de los niveles de inseguridad, de criminalidad. Los resultados económicos del Gobierno saliente no eran malos, por lo que no podían haberle afectado. También puede decirse que funcionó la ley del péndulo.

En cuanto a si se trata de una inclinación a la derecha en la región, sí parece haber algún fundamento. En la Argentina, el candidato Milei sufrió un revés en elección anterior a la presidencial; pero el presidente de Estados Unidos le ofreció un importante financiamiento si resultase ganador, lo que, aunque no se materializó sino en una cuarta parte, se diría que eso atrajo esperanza en una población con serios problemas económicos.

En todo caso, creo que en la mitad sureña de Sudamérica sí hay de momento un viraje a la derecha, que contrasta con la parte norte, que está recibiendo apoyo de superpotencias como Rusia, China y el bloque del BRICS». (O)

Alfonso Reece Dousdebés

«Mal se puede hablar de que Latinoamérica haya girado hacia la derecha si tres de los cinco países de economía más grande tienen Gobiernos de izquierda (Brasil, México y Colombia). Solo en tercer lugar aparece un Gobierno no socialista, Argentina, y ahora Chile, el quinto en tamaño, recién va a empezar un ensayo de política conservadora y economía liberal. Según algunas mediciones, sobre todo avaladas por organismos multilaterales, la economía de Cuba sobrepasaría a la colombiana, pero no hay que ser muy técnico para darse cuenta de que este es un dato poco fiable. Países menos significativos (Ecuador, Bolivia, El Salvador) giran en el mismo sentido, pero la medida difiere grandemente de uno a otro.

Difiere notoriamente lo que se puede entender por “derecha”, porque la palabra es de por sí vacía. A El Salvador de Bukele se lo ubica allí porque se ha empeñado en un combate feroz contra la delincuencia; sin embargo, se trata de un populismo clásico, con un marcado culto a la personalidad del líder. Milei en Argentina es un verdadero liberal, que subió con apoyo conservador, pero pronto tomó distancias de este sector. Panamá y Uruguay (no obstante estar gobernado por la izquierda) siempre tuvieron instituciones liberales en su estructura, y se puede decir que se limitan a conservarlas, sin hacer ningún giro. Kast parece un conservador partidario del liberalismo económico, una combinación frecuente, no por ello garantizada. Se ve entonces que se trata de una ola discontinua, pero que podría consolidarse como tendencia dominante en el continente. ¿Y Ecuador? Por el momento estamos de gira y no giro». (O)

Gustavo Cortez Galecio

«El péndulo volvió a funcionar el domingo anterior en Latinoamérica, esta vez en Chile, que eligió a un ultraderechista como presidente en reemplazo del socialista joven y sin corbata que ha ocupado el Palacio de la Moneda casi cuatro años sin llenar, evidentemente, las expectativas.

Y prefiero hablar de péndulo, del vaivén de los electores, más que de definiciones hacia la izquierda o la derecha, que el gran electorado poco entiende y suelen ser más útiles en el debate político que en la vida cotidiana. Prueba de ello es que aquí mismo, apenas seis meses después de darle un claro triunfo a Daniel Noboa, de derecha, el electorado le dio la espalda en la reciente consulta, solo para castigar su administración y al parecer sin siquiera leer lo que consultaba. Y eso no hizo al electorado de izquierda.

En Chile, más allá de las ideologías, de lo que sus ciudadanos quizás saben más que el común de los latinoamericanos por sus sufridos años de dictadura, el péndulo se ha movido hacia la opción que creen más útil para combatir un enemigo que los agobia: el crimen organizado internacional que los ha permeado mediante políticas de puertas abiertas como las que por acá conocemos bien y que se convierten en una migración nada benigna para las sociedades.

Ese ha sido el tema de la campaña y es ahora el gran reto del ganador: devolver a los chilenos el orden y la tranquilidad urbana que los Tren de Aragua y etc. les han quitado. Y es lo mismo que pasa en otros países de la región, donde el voto se vuelve cada vez más práctico y en esa practicidad, es cierto, está empujando hacia la derecha». (O)

Luis Fierro Carrión

«En América Latina se está produciendo un péndulo hacia la derecha (en algunos casos extrema derecha), tras un periodo de predominio de la centroizquierda e izquierda. Aparte de ser una reacción cíclica, algunos factores que podrían explicar esta tendencia: la emigración venezolana a varios países de la región, que ha venido aparejada del aumento de la inseguridad (extorsiones y sicariatos); ⁠el claro fracaso de los Gobiernos chavistas (por ejemplo, en Bolivia, Honduras, Santa Lucía y Venezuela); ⁠la elección de Trump, quien claramente ha puesto el “dedo en la balanza” en países como Argentina y Honduras; casos emblemáticos de corrupción que han afectado a los Gobiernos en el poder; ⁠la caída del precio del petróleo, gas y otros productos básicos (lo cual a su vez puede llevar a un aumento del desempleo y subempleo).

Cuando la economía se deteriora, en muchos casos los votantes buscan el orden, la estabilidad y la disciplina fiscal, que son mensajes tradicionalmente asociados a la derecha.

Otro factor puede ser la proliferación de redes sociales (en particular Twitter/X y TikTok), que en algunos países han sido utilizadas para atacar a los partidos de Gobierno, en ocasiones con manipulación de potencias extranjeras (como Rusia, China o Irán).

Habrá que ver si esta tendencia continúa en 2026 en Brasil, Colombia, Costa Rica y Perú. En Brasil, Lula lidera las encuestas por ahora; en Perú, podría haber un balotaje entre dos candidatos de derecha (tras el fallido gobierno del izquierdista Pedro Castillo)». (O)