Es triste comprobarlo, en reportaje del Diario EL UNIVERSO, del 30 de septiembre último, consta que nuestros vecinos Colombia y Perú –con los cuales compartimos el mismo mar Pacífico, el mismo sistema montañoso, los Andes, y la misma selva amazónica– no sufren de apagones; y no los sufren porque no dependen exclusivamente de energía hidroeléctrica, sino que tienen otras fuentes, especialmente de petróleo y gas. (Chile, con el mismo mar y la misma cordillera, tampoco tiene apagones).
El Ecuador no ha adquirido estos equipos y se ha resignado, indolentemente, a depender de “Diosito”.
En los gobiernos de Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa, nada –o muy poco– se ha hecho para remediar esta carencia. Actualmente, el Ecuador tiene un ministro especializado en banca pública, principalmente, pero no en energía, y, entre los anteriores, hubo algunos vinculados al sector, pero nada ejecutaron; es de mofa que a la anterior ministra se le haya acusado de sabotaje porque ella jamás ha creado un kilovatio y para sabotear hace falta un genio como Trotski, quien con solo mil hombres paralizó toda Rusia durante la Revolución bolchevique. No puede sorprendernos, por tanto, que el Banco Central informe que la economía ecuatoriana en el segundo trimestre reportó una contracción del -2,2 %.
Ahorro energético, los pequeños cambios
No se trata de resignarnos, pero sí de decidirnos a cambiar las cosas. Lenin, entre sus muchas obras, tiene una titulada Del Romanticismo en economía y eso lo practicamos los ecuatorianos día a día: decidimos, en plebiscito, taponar los pozos petroleros del ITT porque nos sobra plata, mientras las grandes potencias siguen incrementando su producción de petróleo y han logrado bajar su precio, lo que, de rebote, golpea al presupuesto del Ecuador. ¡Nosotros, en cambio, como románticos, dejamos de producir y tenemos que importar diésel para que funcione esa barcaza que hemos alquilado y que no quiere funcionar! Probablemente este aumento mundial de la producción sea calculado para disminuir los ingresos rusos, y este daño nos viene de rebote. Recuerdo que eso hizo el presidente Reagan, de Estados Unidos, contra Rusia (la Unión Soviética) a mediados de los ochenta y el precio descendió a 7 dólares. Esta maniobra, de rebote, afectó al Gobierno de León Febres-Cordero, lo que, sumado al terremoto de 1987, que destrozó el oleoducto, golpeó duramente al presupuesto y a toda nuestra economía.
Parece que la refinería de Esmeraldas no está bien mantenida, porque a fines del gobierno de Lasso el Ministerio de Energía trató de contratar una nueva refinería en Esmeraldas, con un único oferente, una compañía desconocida, sin experiencia ni capital, que ofrecía contactar a grandes compañías internacionales. No hubo contrato, felizmente. Ahora, ¡Colombia ha decidido suspender sus ventas de electricidad a Ecuador!
Parece que el serio problema de los incendios en Quito fue debidamente controlado, sin mayores consecuencias. Una especial felicitación a los bomberos de Quito y de otras ciudades, que se hicieron presentes, y también a todas las autoridades. (O)