Antonio Gonçalves, ministro de Energía y Minas de Ecuador, declaró esta semana ante periodistas que él no puede predecir algo que “solo Dios sabe”. Tiene parcialmente la razón; a corto plazo, la generación de energía hidroeléctrica en el país depende de la lluvia y por eso no es posible saber con gran anticipación si van a caer o no gotas de agua en los embalses. Pero su falta de clarividencia nada tiene que ver con la predicción semanal del tiempo.
Si bien está obligado a resolver problemas inmediatos, el ministro de esta cartera tiene funciones más importantes que hacer declaraciones sobre el carácter espiritual de la sequía que azota al país. Una de ellas involucra el pensamiento prospectivo, es decir, anticipar en un contexto incierto lo que puede suceder y preparar al país para lo inesperado. Por ejemplo, Gonçalves pudo haber determinado que un funcionario de carrera del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) podría no estar preparado para un cargo que exige conocimiento directo del sector y del país y sobre el manejo político de una crisis que no llega ahora sino desde hace al menos un año.
Como representante del Gobierno, Gonçalves se sintió abocado a darle un giro místico al aprieto coyuntural en el que se encuentra por haber aceptado el puesto. La pregunta que evita abordar es cuál es el rol actual del Gobierno ante la imposibilidad de ver el futuro inmediato en una bola mágica. Desde hace años, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido sobre la inminencia de sequías, especialmente en Ecuador, Perú y Chile en nuestra región. Norteamérica tiene un sistema de alerta de sequías y el sur de Sudamérica tiene un sistema de alerta de sequías, pero en Ecuador, circulado en rojo en el informe de la OMM, ni siquiera se ha mencionado que exista la posibilidad.
Información precisa evitará un caos mayor
Gonçalves tiene experiencia en finanzas y desarrollo internacional y una maestría en administración de empresas y fue jefe de Operaciones de la oficina del BID en Panamá. En una entrevista con Forbes el mes pasado, habló con precisión de una agenda programática para aumentar la explotación minera en Ecuador y sobre el déficit de energía que iba a enfrentar el país en el corto plazo y en los próximos tres años. Pero se quedó corto en sus propuestas inmediatas y en la comprensión de las condiciones en las que él anticipa que se puede generar energía en el país.
El ministro muestra dominio sobre el financiamiento de proyectos energéticos de mediano plazo y de aquellos que dependen menos de factores climáticos, pero que son de largo plazo. Aún le falta exhibir conocimientos más allá de las certezas financieras de prestamistas como el BID. Ecuador necesita respuestas sobre su realidad productiva y económica hoy y una visión clara frente a la incertidumbre mañana.
Ministro de Energía: horarios de cortes de luz de cada semana se anunciarán los viernes previos
Pero, usando palabras del mismo Gonçalves, solo Dios sabe si él entiende lo que debe hacer como ministro de Energía y si puede asegurar que hay el espacio para lograrlo. Por su bien y por el nuestro, más vale que pronto lleguen las lluvias. (O)