Alrededor de 450.000 afroecuatorianos “desaparecieron” entre los cómputos del Censo de Población y Vivienda 2022. El director del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), Roberto Castillo, trata de explicar el hecho en la “organización social de las comunidades afrodescendientes” –según sus palabras; pero las sospechas apuntan a errores y omisiones del INEC, sumado a un entorno social demasiado adverso. El escenario fue distinto al del año 2010. Un Estado fallido brindó poca garantía de seguridad. Es posible que amplios sectores no fueran censados por temor; quizá se alteraron datos; se acusa probable desacierto metodológico (dirigentes afroecuatorianos aseguran haberlo advertido); tal vez faltó capacitación y difusión ciudadana con el tema autoidentificación, etcétera.

La autoidentificación en los hogares guayaquileños: en la urbe hay más gente que se define como mestiza e indígena

El censo del año 2010 reflejó 14′483.499 habitantes. Un 72 % considerado mestizo, 7,2 % afroecuatoriano, 7,1 % indígena, 7,4 % montubio y 6 % blanco. El censo del 2022 aflora 16′938.986 habs.: 77,4 % mestizo, 7,7 % indígena, 7,7 % montubio, 2,2 % blanco. (Ecuador crece en 2,5 millones habs.). Mestizos, indígenas y montubios amplían su población, aunque menos de lo proyectado. Los afroecuatorianos presentan un 4,9 % (830.010 habs.); se les restan 212.802 personas. En una progresión comparable a la indígena y montubia (230.000, aproximadamente) son alrededor de 450.000 afrodescendientes “abducidos”.

Ciertos errores son entendibles... pero cuando se presentan focalizados a una etnia, estos despiertan suspicacias.

¿Dónde están? ¿Entre los 600.000 contabilizados, pero registrados “nadie en casa”?; ¿en zonas rurales apartadas y suburbanas obviadas?, ¿en alguna nave nodriza?; vaya usted a saber. La etnia blanca también presenta una disminución importante. Puede que muchos se reidentificaran mestizos; hayan migrado más, por su mayor movilidad social; o también sean víctimas de la falla censal. Los afrodescendientes son los excluidos históricos y tienen claro que serán los más perjudicados con una mala radiografía social.

Censo en Ecuador contó a 16′938.986 personas y muestra que hogares son más pequeños

Como antecedente tenemos el censo del 2018 en Colombia. Los afrocolombianos fueron perjudicados al reducirse un 30 % de su población. Esto contaminó la información e impidió usarla para las políticas públicas. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) fue acusado de fallas y omisiones. El reclamo logró ciertas rectificaciones consideradas insuficientes por los perjudicados. En Chile, el censo del 2012 tuvo yerros enormes del Instituto Nacional de Estadísticas. Se afectó a un 9,3 % de la población joven y a los inmigrantes. El presidente Sebastián Piñera se disculpó con la ciudadanía. Una comisión técnica sugirió realizar otra medición simplificada. El año 2017 la presidenta Michelle Bachelet ordenó y encabezó un nuevo censo nacional. Las faltas fueron corregidas.

Ciertos errores son entendibles por las condiciones actuales, pero si se muestran focalizados a una etnia, despiertan suspicacias. El INEC debe detectar falencias y rectificar; desestimar cifras cuestionadas y usar las anteriores en la planeación de políticas públicas; realizar otro censo abreviado o uno general, para devolver estos compatriotas “abducidos” a las estadísticas reales. (O)