Es característica de la penumbra la imposibilidad de visualizar dónde comienza y dónde termina la luz o la oscuridad. En el Ecuador lamentablemente, con frecuencia, no visualizamos la verdadera dimensión de las cosas. Y la política juega en ello un papel crucial. El bien es uno solo, y el mal es también uno solo. El mal reiteradamente se disfraza de bien para conseguir sus lamentables propósitos. A veces se apodera de los más inteligentes y sagaces. En ocasiones el mal se transforma en cinismo, y el cinismo (acompañado del mal) es realmente peligroso.
Las personas y las instituciones debieran trabajar para la consecución del bien, del progreso, de la producción, de la felicidad. En el Ecuador es asombroso palpar cómo personas e instituciones siguen la ruta contraria. No importa “luchar” por condenar al inocente. El mundo político, aspiración de muchos, debiera ser ejemplar, un mundo de esperanza, un mundo que inspire. Pero vemos barbaridad y media por doquier. Ahora resulta que el concurso para elegir jueces de la Corte Nacional tendría problemas en la etapa de méritos. Las posiciones ante los juicios políticos son variables a más no poder. Esto podría producir la ruina electoral de algunas tiendas políticas. La oposición seria alimenta toda democracia, las críticas fundadas a los gobiernos en tanto sirven para reorientar las políticas públicas siempre deben ser bienvenidas, incluso por los propios gobiernos.
Vocación: ¡fundamental en jueces y fiscales!
La “captura” de la justicia ronda el mundo político desde que tengo uso de razón. Cuando surgió el Consejo de la Judicatura nació la lucha por controlarlo. Cuando surgió el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social aparecieron los esfuerzos para dominarlo. El sentido de institucionalidad pisa la ruina en el Ecuador. Era yo casi un niño cuando un connotado abogado, muy amigo del gobierno de la época, fue a ver a mi papá –entones ministro juez de la Corte de Guayaquil– para pedirle el voto para el candidato del gobierno a la presidencia de la Corte. Recuerdo esta expresión del famoso abogado: “Tú sabes, Jorge, que la reorganización se viene”. En ese entonces no sabía yo lo que quería decir esa frase. El mensaje era claro: si votas a favor del candidato gubernamental, te quedas como juez en la próxima reorganización judicial, vieja práctica en el Ecuador. Mi papá, un judicial de carrera, viejo y de limitados recursos, votó en blanco, voto que se sumó al de mayoría. Ganó el otro candidato. Ese otro candidato no le perdonó a mi papá el haber votado en blanco. Se terminó el periodo de la Corte, mi progenitor se quedó sin trabajo después de 24 años de juez; quiso regresar como juez civil, pero el poder político del resentido por el voto en blanco pudo más. Murió mi papá al año de haber terminado su periodo, en condiciones de pobreza. Esto lo comento (sin resentimientos) solo con el propósito de que se dimensione la problemática del poder y la justicia.
Salvo excepciones, la justicia es un banquete para los políticos: los rivales pueden ser acanallados. Claro, muchos quieren congraciarse con el poder. ¿Cesará un día la penumbra del alma? (O)