Dos de los pilares de la campaña del presidente Donald Trump que contribuyeron a su triunfo fueron su promesa de la reducción de la inflación de los productos de primera necesidad mediante la alta reducción de los precios de los combustibles por su efecto multiplicador en la economía, prometió que lo conseguiría mediante el incremento drástico de la producción petrolera; y en segundo lugar el fin de la guerra de Ucrania, lo que liberaría una buena parte del petróleo de Rusia que no puede ahora exportar, por las sanciones internacionales existentes. Vale mencionar que en el anterior periodo del presidente Trump, la producción de petróleo de EE. UU. subió cerca de 3 millones de barriles por día (30 por ciento del total ).
Para el primer objetivo ya levantó todas las restricciones a la perforación de millones de hectáreas federales prospectivas en tierra y costa afuera. Sobre el fin de la guerra en Ucrania hay un fuerte esfuerzo en esa dirección y analistas consideran que va a ocurrir este año.
Estos dos factores tendrían un efecto muy positivo a la economía de EE. UU., pero muy negativo para el Ecuador, porque una reducción sustancial de precios del petróleo, digamos de $ 20 por barril, acompañados de la actual declinación de la producción petrolera, podría eliminar la contribución del sector hidrocarburífero al presupuesto nacional con funestas consecuencias a la economía del país y a su población.
Ecuador no puede incidir en los precios internacionales del petróleo, solo le queda al país la opción de aumentar la producción sustancialmente, lo que considero muy difícil a corto y aun a mediano plazo. La otra opción sería la reducción del consumo del diésel y el GLP, cuya importación tanto le cuesta al país, especialmente por su subsidio y el creciente aumento de consumo.
Estimo que el reemplazo de los derivados de petróleo con gas natural, que se podrían producir con la revitalización del campo Amistad y luego con la incorporación de potenciales nuevos campos con un proyecto de exploración del golfo de Guayaquil, que se espera podría ser exitoso, ayudaría no solo a reducir el costo de los combustibles y a la confiabilidad de la generación termoeléctrica, sino también a aumentar el volumen exportable de petróleo gradualmente en el futuro.
La clave para el éxito de cualquier intento de aumentar significativamente la producción de petróleo y gas del país será la elaboración de un plan integral estratégico de crecimiento a largo plazo que incluya medidas requeridas para atraer las altas inversiones de riesgo que se necesitan, enfocándose en empresas de alto músculo técnico y económico, que hasta ahora han sido renuentes a invertir en Ecuador por el desprestigio internacional del país, por acciones adversas que experimentaron en el pasado.
Ahí esta el más grande reto que el nuevo gobierno del Ecuador enfrentará en el sector hidrocarburífero, para lo cual necesitará hacer cambios profundos y urgentes a la política petrolera, con el asesoramiento de expertos internacionales en esta rama y con la ayuda de organismos internacionales como el BID o el Banco Mundial. (O)