Entre los Alpes suizos, Davos volvió a ser sede de la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), entre el 22 y 26 de mayo pasados. Esta vez el evento no tuvo una declaración conjunta de sus 2.500 participantes, pese a la ausencia de Rusia (vetada) y China (se excusó por su reciente ola de COVID). Las intervenciones de líderes políticos y empresariales, incluyendo el cierre del fundador del WEF, Klaus Schawb, reconocieron la obsolescencia del actual marco de cooperación internacional para combatir los más graves problemas globales.

Que las nuevas reglas del juego entre naciones tengan por hilo conductor a la cooperación y no a la disuasión.

Los llamados a la acción dejaron incertidumbre respecto a las vías concretas y las reglas del juego para resolver los impactos de la invasión rusa a Ucrania; los efectos de la inflación mundial; la pasada crisis sanitaria; la inminente crisis global de alimentos; los desafíos del cambio climático o el porvenir de la globalización. Estos problemas a su vez provienen de las dinámicas de aglomerados de negocios e intereses transnacionales cada vez más fuertes, con poderes crecientes para causar desequilibrios monetarios, comerciales y geopolíticos. Mientras, la institucionalidad transnacional, nacida luego de la Segunda Guerra Mundial, está basada sobre organismos internacionales que interactúan con Estados – Nación, incapacitados para percibir, interoperar o normar reglas del juego de encadenamientos transnacionales.

Al mirar la realidad mundial desde esta óptica, toma lógica, por ejemplo, que para ganar las próximas batallas de la guerra de divisas que libran entre sí las grandes potencias, sea necesario el respaldo de una canasta de productos básicos, como lo advirtió el Credit Suisse en marzo pasado. Actualmente, el encarecimiento de materias primas en Occidente contrasta con el inminente acceso a materias primas rusas baratas por parte de China y de los países que no han condenado la invasión. De acentuarse la regionalización mundial, el control de stocks y flujos de productos básicos clave decidiría la fortaleza o debilidad de las divisas y con ello de la inflación en tales regiones y los desequilibrios en la distribución global en alimentos. Además, los pulsos debidos a una regionalización global harían menos probable el impostergable alineamiento global contra el cambio climático.

En lo nacional, debemos reconocer que nuestros más graves problemas de seguridad son efectos del aglomerado transnacional de negocios del narcotráfico. Que para combatirlos exitosamente es inevitable concertar alianzas internacionales que permitan intervenciones eficaces basadas en una nueva institucionalidad para el combate a la delincuencia, la administración penitenciaria y el ejercicio de la justicia.

Que los principios de valentía y solidaridad que animaron a los líderes mundiales a diseñar e implementar el hoy obsoleto ordenamiento internacional sean nuevamente los motores de su reinvención. Que las nuevas reglas del juego entre naciones tengan por hilo conductor a la cooperación y no a la disuasión. Que en Ecuador convirtamos al crimen organizado en el enemigo común capaz de unirnos como nación. (O)