En Guayaquil, el Hotel Crillón apareció muchos años después de haberse construido el edificio Martín Avilés; vio la luz como el Grand Hotel, de ello se informó plenamente en la prensa guayaquileña: “Las personas que desearen conocer este Hotel, pueden visitarlo de 10:00 a.m. a 5:00 p.m. los días 8, 9, 10, 11 y 12 de octubre. Tenemos un personal especial para atenderlos” (publicación, miércoles 8 de octubre de 1930).
El Grand Hotel fue el de mayor lujo, clase y buen gusto de la urbe. Su propietario era J. Enrique Stagg y lo convirtió en el sitio escogido por la alta sociedad de entonces para celebrar sus fiestas, sus vermú bailables de 12 a 14 horas con la orquesta de Fermín Silva; luego almorzar, tomar el té o cenar. Allí se hospedarían, en 1935 el actor Clark Gable (Lo que el viento se llevó, 1939); Tyrone Power (uno de los más importantes astros del cinema de aquellos años, de filmes como El filo de la navaja, Testigo de cargo) y toda personalidad que visitase el puerto. La historia oral afirma –no puedo aseverarlo– que el edificio Grand Hotel lucía en sus vestíbulo arañas de cristal de extraordinaria luminosidad y que una de estas ahora alumbra la escalera que lleva al ‘Nicolás Febres-Cordero Ribadeneyra’, salón principal del Club de la Unión. En años posteriores se convirtió en el Hotel Crillón. En su boîte La Gruta Azul festejó Vistazo la elección de Miss Ecuador 1957, Patricia Benítez Wright, fallecida en octubre del 2020, fue una de las mujeres más bellas que pudo haber tenido el concurso. (O)
Jorge Mateo Suárez Ramírez, Guayaquil