Hace mucho tiempo que llegué a la convicción de que cuando las mujeres se ponen los pantalones, los llevan mejor fajados que los hombres. Nada lo ilustra mejor que lo que vivimos estos días.

Después de una década o más de fiscales generales timoratos, pusilánimes, burropiés de mandatarios y algún presunto delincuente, la hoy fiscala general encausa a un expresidente por montar un monumental mecanismo de corrupción y le dicta orden de prisión junto con varios de sus altos colaboradores; dispone la captura de otro expresidente, dos vicepresidentes en funciones, presidente de la Asamblea, prefectos de las dos mayores provincias y más funcionarios uno tras otro, y tramita exitosamente la extradición de un ex alto funcionario acusado de secuestro, proceso en el que está involucrado el entonces jefe de Estado.

En el pasado, en los ocasionales procesos importantes, la policía reportaba con las manos vacías que los inculpados se habían hecho humo. Pero esta vez capturaron en tierra numerosas aves de alto vuelo y las condujeron a prisión, si bien los jueces se apresuraron a soltarlos. A una paloma tierrera, que quizá se movilizaba lentamente por el pesado fardo de billetes que cargaba, la encuentran entre los sinuosos senderos clandestinos fronterizos. Esta inédita efectividad policial se produce bajo la conducción de una ministra de Gobierno y Policía.

Son dos funcionarias tras esta inédita exitosa ronda contra aves de rapiña, aunque varias emprendieron vuelo oportuno al norte, hacia sus nidos en Miami, y algún testaferro terminó estrellado.

La purga recién comienza. Los alfiles del mecanismo de corrupción conspirarán por conseguir la destitución de las funcionarias o por lo menos neutralizarlas en las cortes. Pero la Corte Nacional de Justicia la preside Paulina Aguirre, quien, seamos optimistas, mostrará que también en dicha instancia una fémina opaca a sus predecesores masculinos.

Aun si esta campaña anticorrupción lograra rotundo éxito, solo se conseguirá amainarla, no su eliminación. Similar a cuando en una casa proliferan roedores y cucarachas, y se la fumiga. Las plagas desaparecen de la vista, pero a poco retornan. La corrupción es endémica en Latinoamérica, Rusia, África y el Medio Oriente, sin decir que está ausente en otras regiones.

Francis Fukuyama, el politólogo famoso por lo del fin de la historia, publicó recientemente su magnum opus sobre el orden político (dos tomos, 1243 páginas). Sostiene que la honestidad social es una característica moderna, ya que en las sociedades tradicionales lo que cuenta es la familia y amistades con exclusión de toda otra consideración. Es en el Estado moderno que se desarrollan relaciones entre personas independientemente del vínculo personal. En los países avanzados, esta modernidad llegó antes que la democracia.

En América Latina, nuestros intelectuales liberales importaron las instituciones del siglo de las luces, antes de que nuestras sociedades pudieran hacer un uso correcto de ellas. Tenemos democracia y burocracia pero, por un sistema tradicional de valores, muchos funcionarios buscan los cargos con el afán de servirse, y no de servir.Hasta que no se complete la modernización de la sociedad, la política seguirá siendo un camino expedito para que inescrupulosos hagan fortuna. (O)