En el interesante artículo ‘Terrorismo y sabotaje’, escrito por el Dr. Eduardo Peña Triviño, se enfatiza la importancia y necesidad de comprender el real significado de las palabras para poder usarlas y calificar a las personas y a los hechos con solvencia.

Como sabemos, el lenguaje es un código lingüístico simbólico que sirve para nombrar la realidad y de esa manera darle existencia y hacerla evidente. Así de contundente es el poder de la palabra. Si revisamos la Historia y Filosofía constataremos que las palabras cambian la vida de la humanidad porque ellas cuestionan, develan, perdonan, sancionan, definen, protegen, crean. No siempre el viento se las lleva.

Recuerdo, por ejemplo, el impacto que me produjo la palabra “pírrico”. La RAE en su primera acepción la define como: Dicho de un triunfo o de una victoria obtenidos con más daño del vencedor que del vencido. La descubrí en mis años de estudiante, mientras leía La Ilíada; en uno de los análisis del poema épico se afirmaba que las victorias de Héctor sobre Patroclo y de Aquiles sobre Héctor podrían ser calificadas de “pírricas”, porque en los dos casos los vencedores salieron moralmente derrotados: ni Héctor cuando mató a Patroclo ni Aquiles cuando mató y arrastró el cuerpo de Héctor sintieron orgullo del triunfo. Aquiles estaba lleno de venganza y dolor, lacerado por el desgarre moral. Y claro, los lectores también sentimos que en esas circunstancias el héroe Aquiles había tenido una victoria pírrica.

Por eso me impresionó tanto la palabra: se podía perder más incluso ganando. Creo que en la vida es importante analizar las victorias tanto personales como sociales para poder reconocer su validez. Cuando leo la situación de Siria y de los triunfos del presidente Bashar Al Asad, los defino como una victoria pírrica: dos años de una guerra civil cruenta, aproximadamente cien mil muertos y cerca de cinco millones de sirios que requieren asistencia humanitaria. Si llegara a permanecer en el poder, ¿de qué podría vitorearse? Cada vez que sea nombrado, igual que ahora ocurre con otros mandatarios… ¿qué clase de pensamientos, sentimientos, comentarios se generarán en torno a su paso como gobernante? Ellos no son Aquiles, entonces es probable que en ningún momento hayan sentido que su victoria fue o es pírrica; pero… ¿importan ahora sus pensamientos y sus sentimientos? No. Lo realmente trascendental es cómo los juzga la historia.

De igual manera... ¿tiene sentido decir que una mayoría en la Asamblea corre el grave peligro de convertirse en una mayoría pírrica? Pues, sí lo tiene. Porque en una Asamblea con una mayoría inmadura se anula tanto el consenso como la búsqueda del diálogo con el oponente, se excluye la pluralidad; una mayoría insensata en la Asamblea anima el sentimiento triunfalista hasta extremos irracionales, sataniza la disidencia, desvaloriza la diversidad de opinión. Una mayoría novelera en la Asamblea es pírrica porque al desconocer la serenidad, el respeto por la minoría, el liderazgo responsable y el poder del diálogo es de poco valor, especialmente en proporción al esfuerzo realizado (RAE. 3ª acepción), porque esa mayoría pierde credibilidad, entonces pierde la democracia y así perdemos todos.