Miraban hacia la puerta de ingreso y, de vez en cuando, hacia los costados mientras esperaban en la fila de la caja de una cafetería. Ella se tocaba el cabello a cada rato y con su brazo izquierdo presionaba su cartera contra su cuerpo. Se sentía ansiosa, nerviosa, y veía igual actitud en otros comensales, que observaban a cada rato la puerta, pasadas las 19:00 del martes 25, en Los Ceibos.