Indignación e impotencia. Esas son las sensaciones de quienes han sido víctimas de la delincuencia (robos, asaltos, secuestros, extorsiones...) y que ante la situación se quedan perplejos, sin saber cómo actuar o a quién recurrir. En ciertos casos, existen personas cuya reacción viene después del hecho al que estuvieron expuestas y se refleja en llanto, desmayo, ataques de pánico.