Los femicidios por delincuencia organizada han aumentado vertiginosamente en Ecuador. Las cifras que muestran organizaciones veedoras en temas de violencia contra la mujer registraron un incremento del 182 % en estos casos en el 2022. En 2021, por ejemplo, de las 197 muertes de mujeres, 67 correspondieron a femicidios por crimen organizado; en cambio, el año pasado, de los 332 femicidios totales, 189 estuvieron ligados a la delincuencia.

“Muchas mujeres jóvenes han ingresado al narcotráfico, a la venta de drogas, a servir a bandas debido a la falta de recursos para cubrir necesidades, mientras que las adultas mayores, a la venta de sustancias”, analizó Anabel Arévalo, psicóloga clínica y magíster en psicoterapia familiar, especializada en género.

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En los grupos delincuenciales, considera Arévalo, las mujeres son utilizadas como objetos. “Por su cuerpo, embarazadas, que sirven de mulas para el transporte de droga, para el sicariato, muchas de ellas son arrastradas por su pareja”, indicó la experta que trata en sus consultas a mujeres que se involucraron con grupos delictivos luego de haber empezado en el consumo de drogas.

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En otros casos, sus parejas –explica Arévalo– las incluyen en la venta de sustancias, unas terminan consumiendo drogas y a partir del consumo las envían a hacer trabajos de mujeres, por ejemplo, ser ‘campaneras’ en robos o asaltos, o que enamoren a miembros de otras bandas y tener facilidad para el sicariato.

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En el listado de femicidios por delincuencia organizada se cuenta, por ejemplo, el asesinato de Alexandra Tacury, una mujer de 42 años que fue acribillada el 29 de septiembre de 2022 en la cooperativa Horizontes del Guerrero, zona del distrito Nueva Prosperina, el más violento de Guayaquil.

Tacury había dejado a sus hijos en una escuela y conversaba con la rectora del plantel cuando cuatro motorizados le dispararon en 15 ocasiones. La fallecida, según informó la Policía, tenía 48 sobres con dosis de cocaína en el vehículo en el que fue atacada, también registraba tres detenciones por tráfico de estupefacientes.

Otra mujer, no identificada, apareció desmembrada en diez partes y en tres bolsas en la vía Perimetral en diciembre. La habrían asesinado en la vivienda que alquilaba en la cooperativa Antonio Neumane, en la isla Trinitaria. El principal sospechoso, señaló la Policía, es su pareja, de la organización Los Choneros, cuya banda habría ayudado a deshacerse del cuerpo.

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En la consulta de la experta Arévalo, algunas mujeres con problemas de adicción se han rehabilitado, pero temen volver a su lugar de origen.

Hay chicas que temen salir del proceso de recuperación, porque dejaron pendientes cosas, deudas con los narcotraficantes o parejas que han estado en estos grupos, temen por su vida porque han abandonado el grupo. El hecho de venir a un proceso de recuperación ya es mal visto por estos grupos que quieren tenerlas sometidas, cautivas, a lo que ellos hacen

Anabel Arévalo, psicóloga clínica y magíster en psicoterapia familiar, especializada en género.

Los femicidios por delincuencia organizada (189) superaron en 2022 a los femicidios por violencia de género (134). En estos últimos se cuenta, por ejemplo, el caso de Nelly Yánez, de 29 años, quien fue asesinada con 14 puñaladas en el barrio Santa Teresita del cantón Caluma, provincia de Bolívar.

Su agresor, Tito Jonathan, de 25 años, había contratado los servicios sexuales de la mujer. A los pocos minutos salió de su casa y retornó para asesinarla. El mismo día del crimen, el 27 de mayo de 2022, lo detuvieron con la ropa ensangrentada y con el cuchillo en su bolsillo. Ocho meses después, lo sentenciaron a 34 años de prisión.

Su crimen fue definido como femicidio, porque “existía una relación de poder entre victimario y la víctima” y se dio en un contexto de trabajo sexual y violencia de género. (I)