Aunque no tienen luz en los pasillos ni en las celdas, los privados de libertad del pabellón 3 de la Penitenciaría del Litoral dicen estar agradecidos con los militares porque ya no hay caporales, ya no hay amenazas ni extorsiones.
Así lo cuenta Daniel, un reo de 31 años que es parte de este pabellón en el que supuestamente hay miembros de la banda Los Duendes, uno de los brazos armados de Los Choneros.
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Un equipo periodístico de EL UNIVERSO tuvo acceso a la prisión más poblada del país, donde a la fecha hay 6.049 reos en 10 pabellones.
Daniel es una de las 525 personas privadas de libertad (PPL) que ocupan el pabellón 3 y que salió en orden de la sección cuando ingresó el comandante de Operaciones Navales con algunos medios de comunicación, la tarde de este viernes 9 de febrero.
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Los presos se sentaron en el patio mientras se dio el recorrido por las celdas, donde eran visibles los orificios en las paredes. En muchas de esas caletas había armas, drogas y demás objetos prohibidos.
“Antes tenías que depositar al número de cuenta de ellos (caporales), si no, no comías. Ahora que las Fuerzas Armadas pusieron orden todos somos iguales, nadie es más que el otro, nadie te amedrenta”, sostiene el privado de libertad.
Quienes están cerca también revelan que para tener una barraca (una cama), con un colchón viejo y sucio, sus familias tenían que pagar 100 dólares, si no se tenían que acomodar en el piso frío.
Los reos expresan que esperan que pronto se active el economato (tienda para comprar productos) y que se den las visitas, porque extrañan a sus familias. Por eso dicen que se están portando bien.
Hasta cuentan que ellos identificaron a los líderes de las bandas para que los uniformados los cambiaran a otros pabellones y estar más tranquilos. Sostienen que antes eso era arriesgarse a morir, pero ahora dicen sentirse seguros.
“Estamos cumpliendo la tarea que el Gobierno nos ha puesto, tratando con respeto y dignidad a las PPL, y me siento orgulloso de ello. Ahora desayunan, almuerzan y meriendan. En cada una de las celdas lavan su ropa y salen a hacer ejercicio”, dice el comandante, quien aclara que antes no salían de las celdas y pasaban encerrados todo el día.
También aclara que el ejercicio que hacen a diario no es un castigo, que es por la salud de los presos y que ellos lo entienden y están agradecidos.
El uniformado agrega que por ahora los talleres, el colegio y la panadería se mantienen cerrados, porque la prioridad actual es mantener el control de la prisión. En ese centro carcelario desde el 2021 han sido asesinadas más de 300 personas privadas de libertad en medio de las disputas entre bandas.
No hay energía eléctrica en las celdas de la Penitenciaría
“Hay luz donde se necesita. Poco a poco podríamos poner focos en los pasillos, pero en las celdas no”, respondió el representante de las Fuerzas Armadas ante la pregunta de por qué los pasillos estaban en penumbras durante el recorrido por las celdas.
Así estarían actualmente todos los pabellones para evitar que, de tener acceso a un celular, los reos puedan cargar la batería de estos equipos y comunicarse con el exterior.
Por esto los uniformados comentan que han logrado que haya orden en la cárcel más grande del Ecuador, aunque sostienen que aún los presos están separados por organización delictiva y no por peligrosidad, muchas de estas bandas catalogadas por el Gobierno de Daniel Noboa como grupos terroristas.
202 explosivos y 50 metros de mecha lenta fueron hallados en una caleta de la Penitenciaría
El grupo delictivo que más miembros tiene en la Penitenciaría es Los Águilas, con 1.148 adeptos en dos pabellones de esta cárcel. Le siguen Los Tiguerones, con 1.123 presos que ocupan el último pabellón. Los Latin King también tienen un alto número de población carcelaria en el centro de detención de Guayaquil con al menos 1.000 miembros, repartidos en tres pabellones.
“Están clasificados por organización y más adelante el SNAI debe hacer un análisis para ver si se puede mezclarlos”, comentó el militar, quien añadió que nunca se han respetado tanto los derechos humanos como ahora que las bandas no tienen el control del recinto carcelario.
Los militares quemaron todo
Hace quince días los militares quemaron absolutamente todas las pertenencias de los presos e hicieron con los reos una limpieza profunda de cada pabellón.
Luego de eso sus familiares, de forma ordenada, les han llevado un colchón, sábanas, ropa y utensilios de limpieza. También para su alimentación tienen un plato, un vaso y cubiertos. Todo es nuevo y tienen el nombre del preso.
“Estamos cambiando poco a poco, estamos viendo lo que es adecuado para ellos y para nuestra seguridad”, finaliza el comandante antes de abandonar la cárcel. (I)