Desde el retorno a la democracia, Ecuador registra una debilidad institucional marcada por gobiernos que no logran concluir su periodo, congresos en los que se construyen mayorías coyunturales sin objetivos a largo plazo, cambio de constituciones con nuevos parámetros legales e institucionales, y creación y disolución de instituciones de acuerdo con la creencia de cada gobierno de turno.