Los asesinatos de siete presos procesados por el crimen de Fernando Villavicencio, el último fin de semana, evidenciaron nuevamente el débil -si no escaso- control dentro de las cárceles. La crisis llevó a que el presidente Guillermo Lasso encargara por tercera ocasión a Fausto Cobo, uno de sus hombres de confianza, la dirección del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).