En plena madrugada del 30 de junio, tres sacerdotes recorrían los pocos metros que separan al Palacio de Carondelet del Colegio Matovelle, que es parte del complejo de la Basílica del Voto Nacional, en el centro histórico de Quito, llevando y trayendo un documento crucial: el acta de paz con la que se buscaba dar fin al paro nacional convocado por el movimiento indígena contra el gobierno de Guillermo Lasso y que para entonces entraba en su décimo octavo día.