Cierra el ordenador tras un largo día de trabajo y le cuesta erguirse. Va a recoger los juguetes de sus hijos o nietos del suelo y nota cómo desciende una descarga eléctrica por su columna vertebral. Se gira en la cama y las lumbares se quejan. Si esto le ocurre de manera frecuente, y durante al menos tres meses, está claro: sufre un dolor de espalda crónico. Quizás sea buena idea entonces empezar una terapia psicológica.