Un ejemplar de diablo negro (Melanocetus johnsonii), una especie propia de las profundidades oceánicas, fue hallado vivo cerca de la superficie en Tenerife. El avistamiento, realizado por un equipo de biólogos marinos durante una expedición, generó gran interés debido a la inusual presencia de este pez en un entorno tan alejado de su hábitat natural.

El hallazgo ocurrió cuando los investigadores Laia Valor, Antonio Sabuco, Marc Martín y David Jara regresaban de una campaña de muestreo de tiburones con la ONG Condrik-Tenerife. “Volvíamos ya a puerto cuando, de camino, Laia vio una mancha negra inusual. Nos acercamos para verlo mejor y uno de nuestros compañeros, que es taxónomo, en seguida supo lo difícil que es ver este tipo de especies”, relataron Valor y Sabuco a National Geographic España.

Poco después de ser encontrado, el pez falleció por causas aún desconocidas. Su cuerpo fue trasladado al Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) de Santa Cruz de Tenerife para su estudio. “Allí está en manos de especialistas, pero no sabemos exactamente en qué fase se encuentra hoy la investigación”, explicaron los biólogos.

El avistamiento de esta especie en aguas superficiales es un hecho poco documentado. “Nos dimos cuenta de que seguramente no había un registro anterior de haber visto a esta especie viva cerca de la superficie, y decidimos que había que contarlo y registrarlo”, señalaron los investigadores.

Los especialistas han planteado diversas hipótesis sobre cómo pudo llegar a la superficie. Entre ellas, consideran la posibilidad de que el pez fuera arrastrado por una corriente, perseguido por un depredador o que estuviera en mal estado de salud. “Por el momento sólo podemos proponer teorías, porque es un suceso muy complicado y todavía falta información para poder asegurar nada”, afirmaron.

Este caso ha reavivado el debate sobre la necesidad de investigar más el océano y sus especies. “Sabemos muy poco del océano y hace falta dedicar más esfuerzos a investigarlo, especialmente porque es una fuente muy necesaria para la vida y la presión humana que generamos en él es cada vez mayor”, explicaron los expertos. (I)