Un anuncio del Vaticano de este miércoles confirmó que las mujeres podrán votar en el próximo sínodo de obispos, una petición que tiene décadas y que el Papa Francisco acaba de aprobar.

En lo que se considera un paso más para que las mujeres tengan voz y voto en la Iglesia Católica Romana, la reforma indica que el 50% de participantes de la reunión de obispos deben ser mujeres. De acuerdo a las normas aprobadas por el Sumo Pontífice, se agregó también a 70 miembros no obispos y se pide que se destaque la presencia y el voto de los jóvenes. Además, incrementó el número de laicos que participarán en el sínodo.

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De acuerdo al calendario, la próxima reunión de obispos tendrá lugar en octubre en el Vaticano. Este grupo se reúne periódicamente para discutir temas y aconsejar al Papa de turno, aunque sólo él hace política eclesiástica.

El tema de la siguiente reunión será aumentar la participación de los fieles.

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Según el Vaticano, cinco monjas se unirán a cinco clérigos para representar a las órdenes religiosas, y ellos también tendrán derecho a voto.

El Vaticano crea un observatorio para los fenómenos místicos vinculados a la Virgen María

Los cambios fueron presentados por el Cardenal Mario Grech, Secretario General de la Secretaría del Sínodo, y el Cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator General del Sínodo. los fenómenos místicos vinculados a la Virgen María

Los cambios fueron presentados por el Cardenal Mario Grech, Secretario General de la Secretaría del Sínodo, y el Cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator General del Sínodo.

“Esto no es una revolución sino un cambio importante”, precisaron este miércoles en una rueda de prensa en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Los dos cardenales coincidieron en que “la Iglesia será más completa, y será una alegría tenerla representada en su totalidad en Roma”.

Esta no es la primera vez que el Papa Francisco aprueba una reforma para incrementar la participación femenina en aspectos de la Iglesia. En el 2021 se permitió que mujeres pudieran leer la Biblia en la misa, servir en el altar y distribuir la comunión, algo que ya era común en otros países. (I)