Toparse con alguien que pudo desaparecer tus ahorros en los años 90 no es sinónimo de buena suerte. Pero yo sí me sentí afortunada esa tarde de invierno en Lima en la que me encontré con Carlos Manrique, el hombre sentenciado por lo que los medios llamaron en su momento “la mayor estafa financiera en la historia de Perú”. En 1994, después de aquel fraude, Manrique pasó a la clandestinidad, salió del país y se convirtió en el peruano “más buscado”. Las autoridades pidieron su captura a la Interpol y fue detenido saliendo de un banco en el acomodado barrio de Brickell, en Miami, en noviembre de 1994, tras una operación policial llamada “Caribe”. En 1995 fue extraditado a Perú, donde cumplió parte de una pena de ocho años de prisión por estafa y delitos financieros, y salió libre en 2001. Volvió a la cárcel en 2008 y en 2011, otra vez acusado de estafa, aunque por periodos más cortos. Desde que cumplió su última condena, casi no habla con los medios, pero pude averiguar que frecuenta algunos restaurantes discretos del centro de Lima, como aquel en el que me lo encontré después de haber estado buscándolo varios días. Quería pedirle una entrevista.