Una sensación de dolor levantó a Mariuxi Morán al amanecer del 30 de junio de 2016 en una ciudadela del norte de Guayaquil donde vive. Al despertar, aquel jueves, el seno izquierdo amaneció rojo, caliente, hinchado, duro, como cuando una madre tiene mastitis asociada a la lactancia, y botaba una sustancia gelatinosa del pezón.

“Desperté supermal, con dolor y tenía hasta fiebre. Es como si hubiera dormido con un cemento sobre mi busto. El antecedente era una secreción que me bajaba del seno de forma esporádica. Lo había atribuido a mi etapa de premenopausia. Incluso en octubre del 2015 tuve una descompensación, por lo que me hicieron eco mamario y no me salió nada”, cuenta.

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Pero lo de aquella mañana del 30 de junio marcó el inicio de lo que finalmente fue un diagnóstico de cáncer de mama. Al inicio, Mariuxi, ahora de 51 años, no sospechaba que tenía un tumor.

Fue al médico el lunes siguiente y, tras dos ecos mamarios y tratamientos y el análisis de una muestra de lo que le salía del pezón, su ginecólogo le dijo que tenía cáncer en agosto de 2016.

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“‘¿Tiene un oncólogo de cabecera?’, me preguntó. Y respondí: ‘No, ¿por qué debo tenerlo?’. Allí me dijo que tenía cáncer, que eran sustancias atípicas”.

Mariuxi Morán cuando estaba con los efectos de la quimioterapia (der.) y cómo está ahora (izq.). Foto: CORTESÍA DE TRAMACO

Consiguió la cita con el oncólogo que le recomendaron y de allí sobrevino una serie de pruebas, como la punción.

“Me pusieron anestesia y me abrieron un poco por un lado. Es horrible y doloroso. Aún tenía el seno hinchado. Todo es para tomar muestra del tumor y hacer la biopsia”, dice Mariuxi.

En ese entonces, la especialista que hacía la punción dejó la puerta entreabierta, por lo que Mariuxi logró escuchar que pedía más muestras porque veía algo extraño. “Cuando escuché eso, se me fue el alma al piso”, confiesa.

A los ocho días laborables recibió el sobre cerrado con el diagnóstico definitivo. Ella lo llevó así al especialista. El oncólogo lo abrió y lo confirmó: “Sí, tienes cáncer, Mariuxi”. Tras la noticia, esta madre de dos hijos se aferró a su esposo, Wider, y no paraba de llorar, recuerda.

Luego se hizo otro examen para conocer el estadio: era grado dos y estaba localizado. Estos pasos son esenciales para definir el tratamiento más adecuado. En su caso sí podía ser operada, por lo que la cirugía fue el 11 de octubre del 2016.

Guido Panchana, director médico del hospital de Solca (Sociedad de Lucha contra el Cáncer) en Guayaquil, indica que la implementación de campañas para prevenir el cáncer o conseguir su detección precoz conlleva que los países gasten la tercera parte en el tratamiento de estos pacientes.

“En el país, más del 50 % de los pacientes tienen estadio medio o avanzado de cáncer”, asegura.

El avance de los tratamientos oncológicos (terapias de quimioterapia, radioterapia y cirugía usadas de manera combinada) ha mejorado la esperanza de vida de los afectados, agrega Panchana.

El cáncer de mama era una condena de muerte hace 50 años

El especialista Panchana señala que el cáncer de mama provocaba la muerte de las mujeres afectadas hasta siete años después del diagnóstico.

“Hoy cuando se detecta de manera precoz o oportuna significa curación. Y si está en estadio medio o avanzado, la terapeuta ha llegado a tal punto que la sobrevida alcanza los veinte años”.

Un cáncer de tiroides tratado oportunamente es curable, al igual que el de útero. “Solca ha implementado campañas para promoción de la salud, entre ellos el de cáncer de mama. Justo ahora estamos en una para detección precoz”.

La mujer mayor de 30 años debe acudir al especialista, y a partir de los 40 someterse a una mamografía y ecografía cada año, o al menos cada dos.

“El 90 % del cáncer de mama es aleatorio, le da a cualquiera. Un 10 % es genético. Entonces, el análisis de los antecedentes familiares o la presencia de los receptores BRC1 y BRC 2 ayudan a detectarlo de manera precoz”, dice Panchana.

Además del tumor extraído en el seno izquierdo a Mariuxi le retiraron siete ganglios de los que en un par tenía metástasis. “La recuperación no es fácil. No podía alzar muy bien los brazos, tenía que hacer ejercicios”.

De ahí llegaron las quimioterapias. En las siguientes semanas amanecía con la almohada repleta del pelo que se le caía; lo mismo ocurría al peinarse. Finalmente, se rapó y usaba pelucas.

“Parecía esos monstruitos con poco pelo; por eso decidí raparme”.

Fueron seis quimioterapias y su sistema inmunológico quedó también debilitado.

Luego se sometió a 27 radioterapias. “Me ponía una crema que compraba en Amazon y las soporté, pero la piel queda chamuscada; la parte izquierda me quedó negra”.

Los tratamientos los solventó a través de un seguro médico privado. La historia de su padre, que murió de cáncer en 2009 tras regresar de Estados Unidos, donde vivía y trabajaba, la motivó a contratarlo.

“Vi el peregrinaje de mi pobre padre, que padecía por una quimio y radioterapia; él suplicaba. Después me ofrecen el seguro de 15 dólares mensuales; entonces, los pagué. Bendito Dios, porque a partir de eso tengo la cobertura ilimitada”.

Mariuxi Morán (última de la derecha) en una reunión este año. Foto: CORTESÍA

La detección precoz del cáncer es fundamental para conseguir su curación o aumentar la esperanza de vida

Hay varios métodos para detectar el cáncer, incluso mediante el análisis de sangre, afirma Panchana.

“La medicina del primer mundo ya cuenta, tanto para el cáncer de colon y de otros tipos, con la detección en sangre por biología molecular de antígenos, que da un 80 % u 85 % de probabilidades de detección precoz”.

El problema es su costo. Una revista científica inglesa y estadounidense publicó que cada estudio de este tipo para la detección precoz del cáncer en sangre cuesta desde 600 dólares.

“Para la población general del Ecuador es muy caro, pero en el futuro los Estados deben asumir e implementarlo”, asegura Panchana.

El cáncer de mama mató a 820 personas durante 2023, según el Registro de Defunciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

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