Con la Directora Ejecutiva de CERES (Consorcio Ecuatoriano para la Responsabilidad Social), Evangelina Gómez-Durañona, realizamos un recorrido por aquellas etapas de estas prácticas en el país y cómo desde el consorcio se promueve la sostenibilidad como modelo de gestión que además aporte a hacer realidad un Ecuador Sostenible.

Evangelina Gómez Durañona, Directora Ejecutiva de CERES

En CERES somos más de 100 organizaciones miembros y nuestro Distintivo Empresa Socialmente Responsable, el año pasado, fue entregado a más de 55 empresas

Evangelina Gómez Durañona, Directora Ejecutiva de CERES
¿Desde cuándo empezó a evolucionar el concepto de filantropía hacia la verdadera Responsabilidad Social Empresarial?

Ha evolucionado gradualmente, aunque no hay una fecha exacta del punto de partida, todos estos cambios se aceleran en la década de los 90. En la región y el mundo se empiezan a cuestionar las acciones filantrópicas por estar desconectadas de las operaciones así como de las necesidades de los grupos de interés. Muchas iniciativas terminaban siendo acciones aisladas de bajo impacto que, comparadas con los impactos negativos de las empresas, resultaban insignificantes.

Las organizaciones entendieron que su operación impactaba al entorno, así como el entorno impactaba a su operación, y que necesitaban mapear y gestionar aquellos asuntos que pudieran poner en riesgo esa operación.

A medida que la RSE se volvió más prominente, se desarrollaron normas y estándares internacionales para guiar a las empresas, como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la ISO 26000, el Global Reporting Initiative GRI, entre otros. En el Ecuador el nacimiento de CERES en 2005 fue un hito clave, pues proporcionó un espacio para el diálogo y la construcción colectiva que incluía a la empresa privada, el sector público, la sociedad civil y la academia.

¿Cómo diferenciar a una empresa que utiliza la RSE solo para mejorar su imagen corporativa, en lugar de insertarla en su estrategia de negocio?

Las empresas verdaderamente comprometidas con la sostenibilidad suelen ser transparentes en sus prácticas y divulgan información sobre su desempeño ambiental y social. Publican informes o reportes de sostenibilidad, donde detallan sus objetivos, iniciativas, impactos y desaf íos en este ámbito como metas de reducción de emisiones de carbono, iniciativas de conservación de recursos naturales, programas de diversidad e inclusión, o prácticas éticas en la cadena de suministro. Aquellas que no están comprometidas o que buscan aparentar un compromiso verdadero carecen de esta transparencia y divulgan poca o ninguna información sobre su gestión.

Otro factor determinante es que las primeras suelen involucrar a sus partes interesadas en sus decisiones y procesos relacionados con la sostenibilidad. En cambio, las otras pueden mostrar poco interés en escuchar estas preocupaciones o en responder a ellas de manera significativa.

¿Por qué las acciones de RSE ofrecen una ventaja competitiva a las empresas?

Muchas empresas creen que el principal beneficio de incorporar la RSE como modelo de gestión es el de obtener una mejor reputación corporativa. Esta es una concepción muy limitada de la RSE. Existen un sinnúmero de beneficios igual o más importantes, como por ejemplo el acceso a fuentes de financiamiento. Los inversionistas están cada vez más interesados en apoyar empresas que demuestran un compromiso con la sostenibilidad, lo que se traduce en mayor acceso a financiamiento, tasas de interés más favorables y una mayor valoración en el mercado financiero.

Otra ventaja es el mapeo y la gestión de riesgos, lo que le permite a la organización el adelantarse y prever acciones que reduzcan al máximo su impacto frente a su operación, por ejemplo algunas empresas ya han identificado estos impactos que ya estamos viviendo y desarrollan planes de acción para afrontarlos, mientras que otras no están preparadas en lo absoluto.

A lo anterior se suman la posibilidad de acceder a nuevos mercados, de identificar ineficiencias en su operación, de generar alianzas con otras organizaciones con objetivos en común, la eficiencia y reducción de costos operativos, el captar y mantener talento humano de alto nivel, etc.

¿Cuál es la tendencia actual en el tema?

La principal tendencia radica en establecer modelos de sostenibilidad empresarial de manera técnica donde las empresas identifican los asuntos relevantes desde el punto de vista financiero, además de ambiental y social. Y es que existen asuntos externos que afectan al desarrollo, rendimiento, posición y hasta el valor de la empresa, y que son de gran preocupación para los inversionistas, por ejemplo: el calentamiento global, la delincuencia, la violencia contra la mujer, etc.

¿Por qué estas medidas van dejando de ser voluntarias para el sector empresarial?

Más allá de que los marcos legales van cambiando y adaptándose a las demandas del mercado y de la sociedad, existen requerimientos comerciales que van presionando a las empresas a “hacer la tarea”, por ejemplo la Unión Europea está exigiendo que las empresas hagan sus reportes de Estados de Información No Financiera, lo que implica que estas deben previamente trabajar sobre su modelo de gestión y sus temas relevantes para poder reportar.

Además los inversionistas prefieren empresas comprometidas con la sostenibilidad, que reportan, que tienen mapeados y gestionados sus riesgos, que se preocupan por sus grupos de interés, pues se tratan de empresas más sólidas con menores riesgos, que tienen capacidad de innovar y adaptarse a las tendencias y necesidades del mundo actual.