Lo más triste era ver que los niños morían solos. La doctora Rosa Ávila aún mantiene esos recuerdos del inicio de la pandemia. Ella es la jefa de cuidados intensivos pediátricos en el hospital del IESS Quito Sur. Relata lo complicado que era acompañar a los niños contagiados de COVID-19. “La separación de los padres de los niños. Eso fue lo que más me pegó y me costó”, se lamenta. Lo único que podía hacer era conectarlos por videollamada.