Amanda se acerca al oído del paciente y le susurra: “Don Marquito, por favor, respire. Escuche mi voz”. Es incierto si él la escucha. No puede contestarle con palabras ni gestos. Está sedado. Los únicos que pueden dar respuesta son sus signos vitales, cuyo registro lo llevan el ruido de las máquinas y el vibrar de los ventiladores.