Isabel viajaba junto a sus padres por la vía, de pronto perdieron pista y el vehículo volcó. Eran las 15:45 del 31 de marzo. Sus padres salieron del vehículo desprendidos por la fuerza del siniestro, mientras que Isabel quedó atrapada dentro del automotor, su condición era complicada.

Con tan solo 5 años, presentó una serie de fracturas, la más complicada era en la cabeza. Los paramédicos que llegaron a la zona de siniestro reportaron que tenía una condición de gravedad extrema.

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En ese momento se decidió activar el código rojo, un sistema de emergencia implementado por el Ministerio de Salud Pública, que permitió una acción conjunta y ágil para rescatar a la niña y trasladarla por vía aérea al Hospital Pediátrico Baca Ortiz, en el norte de Quito.

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Este centro cuenta con una unidad de trauma pediátrico especializada en el manejo de casos de alta complejidad como el de Isabel.

Desde su ingreso, la pequeña recibió atención médica con rigurosos protocolos de evaluación, soporte inicial y monitoreo neurovascular.

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Frances Fuenmayor, líder del área de Emergencia, Trauma y Choque, contó a este Diario que a pesar de presentar una lesión importante en la región frontal con fractura ósea, no se requería operación quirúrgica inmediata, lo que permitió centrarse en su estabilización y cuidados intensivos.

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Durante los cuatro días siguientes, Isabel fue sometida a un tratamiento integral, incluyendo soporte ventilatorio, control hemodinámico y monitoreo neurovascular de alta tecnología. A pesar de una complicación metabólica, su respuesta neurológica fue excelente, lo que llevó a su extubación con una puntuación perfecta en la escala de Glasgow (nivel de conciencia de una persona).

Posteriormente, se realizaron procedimientos de las lesiones óseas, con la participación de subespecialidades como la cirugía maxilofacial. La evaluación oftalmológica confirmó la integridad del ojo y el nervio afectados, lo que permitió a Isabel ser dada de alta en condiciones casi perfectas, con una recuperación sorprendente y una visión adecuada en el ojo derecho, afectado por la fractura.

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Fuenmayor también destacó que la unidad de trauma pediátrico del Hospital Baca Ortiz ha atendido a cerca de 200 pacientes en su primer año de funcionamiento, con lo que se ha logrado una reducción del 90 % en la mortalidad asociada a traumas y politraumas.

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La abuelita de Isabel, quien estuvo presente durante la emergencia y el proceso de recuperación, fue testigo del milagro que salvó la vida de su nieta. Ella acompañó a la menor de edad durante toda la recuperación, pues sus padres se recuperaban de fracturas a causa del siniestro.

Ahora los tres se encuentran fuera de peligro, con el recuerdo del fuerte siniestro, pero agradecidos de volver a juntarse y superar las lesiones como familia. (I)