Entre las emblemáticas calles del centro histórico de Quito, el olor a caramelo caliente es inconfundible para las personas que transitan entre Rocafuerte y García Moreno. Distintos tipos de dulces, apilados con prolijidad, esperan la llegada de los clientes a las confiterías que elaboran la mayor parte de los productos que comercializan.

Los nombres que se pusieron a estos dulces son una característica que no pasa desapercibida. Alicia Guachamín, trabajadora de la confitería El Gato, señaló que los turistas se sorprenden al escuchar que pueden comprar garrapiñada, caca de perro, habas de dulce, siete machos —que es una mezcla de varios dulces—, las colaciones, melcocha con maní, dulce de guayaba, turrones, entre otras golosinas más.

“Se ríen porque ellos no saben qué es eso; se les da a que prueben y sepan lo rico que es. Ahí cambian la cara”, agregó con una sonrisa la dependiente de este local cuya dueña es la segunda generación; fue su madre quien creó el dulce local.

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Los clientes pasan a toda hora. Es difícil resistirse a comprar una funda de $ 1 de cualquier tipo de dulce. Los precios son muy asequibles; por ello, los turistas compran varias fundas para llevar a sus países, pues aseguran haber probado por primera vez.

La caca de perro es la más llamativa. Aunque su nombre suena imposible de comer, se trata de maíz tostado con dulce de panela y especias. El sabor es una mezcla de sal y dulce que envuelven y forman una sincronía en el paladar de los consumidores.

La confitería El Gato atiende de lunes a sábado en el horario de 08:00 a 18:30, y los domingos de 11:00 a 13:00. A pesar de que la pandemia del coronavirus complicó las ventas, Alicia expresó que están en camino de recuperación, pues están vendiendo bien.

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A pocos metros de distancia está otro local dedicado al mismo tipo de negocio. El Kukurucho del Maní es un negocio familiar que tiene alrededor de 25 años de historia. Son muchas las anécdotas y personajes que han pasado por ese lugar y adquirido uno de los dulces tradicionales de la capital.

Sorayda Yumbo trabaja con sus familiares. Ellos elaboran los dulces en una paila antigua, pero de buenas condiciones. Los rayones muestran la cantidad de veces que ha sido ocupada. El calor de la paila hirviendo concentra en el humo un aroma que definitivamente atrae a los clientes.

QUITO.- Sorayda Yumbo, responsable del local de dulces El Kukurucho del Maní, en las calles Rocafuerte y García Moreno, en el centro histórico de Quito. Foto: Alfredo Cárdenas.

En este lugar también se encuentran mistelas, chispiolas (canguil dulce), maní enconfitado, entre otros. “Los turistas se sorprenden y se ríen. Los quiteños conocen, pero los demás turistas tienen que probar y se les explica de qué se trata”, conversó la mujer sobre los nombres de los dulces que se venden en su local.

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A pesar de que los fines de semana son los días de mayor venta, atienden todos los días. Este local abre de lunes a sábado de 07:00 a 19:00, y los domingos de 09:00 a 18:00.

El lugar es singular también porque antes de comprar se brinda un poco, la probana, como se conoce en el lenguaje coloquial. Luego de ello, los consumidores convencidos del sabor piden las fundas que, empacadas de manera manual, esperan por deleitar un paladar. (I)