Diego Jaramillo, un ciudadano quiteño de 59 años, ha enfrentado desafíos significativos en su movilidad desde temprana edad debido a su discapacidad. A los 2 años de edad fue afectado por la poliomielitis, lo que lo ha llevado a depender permanentemente de una silla de ruedas para movilizarse.
Jaramillo relató que si bien en algunos sectores modernos de Quito la accesibilidad es buena, especialmente en centros comerciales donde se han tomado precauciones para garantizar la circulación de personas con movilidad reducida, en otros lugares la situación es desesperante.
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Por ejemplo, dijo que en algunas paradas del sistema de transporte municipal Ecovía, la falta de rampas y accesos adecuados hace “literalmente imposible” la movilidad para personas con discapacidad.
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Desde su óptica, “la mayoría de las calles en Quito presentan problemas de accesibilidad debido a baches, desniveles y aceras deterioradas”, lo que dificulta enormemente su desplazamiento y el de otras personas en su situación.
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La movilidad urbana es un aspecto fundamental para garantizar la inclusión y la calidad de vida de todas las personas en una ciudad. Sin embargo, en el caso de Quito, la falta de adecuaciones en las veredas está generando dificultades significativas para la movilidad de personas con discapacidad física o movilidad reducida.
Fernando Tovar, gerente de Obras Públicas de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), reconoció que hasta la fecha no existe una evaluación completa sobre qué veredas de la ciudad cuentan con acceso universal y facilidades para personas con discapacidad.
Aunque se está realizando un inventario al respecto, Tovar destacó que están implementando un proyecto integral para mejorar la accesibilidad en todas las vías asfaltadas que se están rehabilitando, construyendo nuevas o reconstruyendo.
En este contexto, el funcionario mencionó que se han asfaltado alrededor de 9 kilómetros de vías con aceras accesibles en diferentes zonas de la ciudad, y se proyecta alcanzar los 55 kilómetros para fines del 2024. Sin embargo, estas cifras aún dejan mucho que desear en términos de accesibilidad urbana.
Desde el Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis), se señaló que la falta de accesibilidad en las veredas de Quito es un problema que afecta significativamente a las personas con discapacidad.
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Aunque esta instancia formula políticas públicas en materia de discapacidad, no tiene atribuciones para supervisar ni sancionar el incumplimiento de las normativas de accesibilidad por parte de los municipios.
De acuerdo con el Conadis, la accesibilidad en Quito es baja, lo que indica que las personas con discapacidad enfrentan numerosas barreras y obstáculos en su día a día. Si bien existen normativas técnicas para garantizar este derecho en espacios públicos, su cumplimiento no está siendo adecuadamente supervisado, ni sancionado.
A nivel nacional, la situación de accesibilidad es similar o incluso peor en algunas ciudades. A pesar de esto, hay ejemplos positivos de municipios que han priorizado la eliminación de barreras arquitectónicas y la inclusión de elementos urbanos que facilitan la movilidad de personas con discapacidad.
Municipios como Cotacachi y Tulcán han implementado medidas ejemplares que destacan por encima de ciudades más grandes como Guayaquil, Cuenca y Quito.
La falta de accesibilidad en las veredas de Quito representa un desafío importante para la movilidad de personas con discapacidad.
Finalmente, desde Conadis explicaron que es fundamental que las autoridades municipales asuman su responsabilidad en la aplicación y supervisión de las normativas que garanticen así una ciudad más inclusiva y accesible para todos sus habitantes. (I)