Luz Álava dice que la historia se está repitiendo en la comunidad El Verdum. Las puertas de las casas, que aún no se han destruido, ya empezaron a atorarse y al frente, en los patios, se nota hundido el suelo, agrietado, como en 1998, cuando el cerro se les vino encima por primera vez.
En ese entonces, Luz tenía 40 años y sus dos hijas eran adolescentes; bordeaban los 15 o 16 años, no lo recuerda bien. La montaña empezó a desplazarse y, en el mismo día, diez casas quedaron destruidas por el movimiento del suelo. “Parecía como si una culebra gigante hubiera pasado por debajo de la tierra”, recuerda.
Ahora la historia es parecida, solo que la desgracia parece ir lenta. Lo que en 1998 pasó en un solo día, acá ha tardado una semana. Desde el pasado lunes, 14 de abril, doce viviendas han ido hundiéndose de a poco hasta quedar totalmente destruidas. En el suelo se abrieron grietas que atraviesan la carretera que lleva a Sucre y la han dejado inestable, llena de baches y huecos.
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Joel Álava, habitante del sector, señala que el lunes empezaron a escuchar un crujido bajo las casas que luego se extendió a las paredes y los techos. Por la noche se escuchaban sonidos fuertes desde la montaña, como si por instantes la tierra bramara y amenazara con venirse encima. Esa noche no pudieron dormir.
Al siguiente día, los vecinos empezaron a revisar sus casas y se dieron cuenta de que algunas estaban cuarteadas y ya empezaban a inclinarse.
La tierra se estaba abriendo ante sus ojos y era como si empezara a tragarse las casas. Los horcones de las viviendas quedaron en el aire y otros se hundieron aún más en las grietas; los árboles se inclinaron hasta que a algunos se les vieron las raíces.
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Francisca Álava, dirigente de la zona, manifiesta que son doce casas destruidas, pero hay otras 45 que están siendo afectadas de manera directa, ya que se encuentran frente a la montaña, donde se observa una gran masa de tierra que se ha desplazado.
En esas viviendas ya han empezado a trabarse las puertas; allá también se escuchan sonidos bajo la tierra. Francisca cree que pronto ocurrirá lo mismo que en la otra zona, donde ya se perdieron las casas.
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“Es como si hubiera pasado un terremoto, porque ni en 2016, cuando ocurrió esa desgracia, quedamos así. Estamos muy preocupados. Toda la zona está en riesgo”, expresa.
La mañana de este viernes, 18 de abril, los moradores de El Verdum seguían desarmando sus casas y trataban de rescatar lo que más podían. Sacaban los techos, las puertas, los pedazos de madera que les podrían servir para armar en otra zona un nuevo hogar.
La comunidad se encuentra sin energía eléctrica. Los cables fueron retirados por personal de CNEL; lo mismo ha ocurrido con el internet.
El Municipio les ha facilitado un generador eléctrico para que tengan energía y puedan usar máquinas que les permitan desarmar más rápido las casas.
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Romel Cedeño, alcalde de Tosagua, expuso que las familias han sido llevadas a un albergue, mientras se realizan las gestiones con organismos del Estado para evaluar la zona y determinar de qué manera se va a ayudar a los damnificados.
Revela que en total son 350 las familias que están en riesgo en cuatro comunidades ubicadas frente a la montaña.
Agrega que, según la Secretaría de Gestión de Riesgos, en el lugar hay una falla geológica que ha causado el desplazamiento del suelo en alrededor de 25 kilómetros. El área ha sido revisada con drones y en la parte alta observaron pozas de agua que están retenidas por el deslave.
Dice que las casas han sido evacuadas y la situación del desastre ha sido llevado al Comité de Operaciones Emergentes (COE) provincial para analizar la situación.
“Como Alcaldía nos hemos puesto a disposición para dar un terreno donde reubicar a las familias del sector. También hay una propuesta de declarar la zona como área de riesgo, basándonos en informes de que hay una falla geológica fruto de la deforestación que ha ocurrido desde hace muchos años”, sostiene.
El desplazamiento ha generado que los carros pesados no puedan circular por la carretera. Las familias están tratando de sacar sus enseres antes de que la montaña termine de caerse. Creen que ya no queda mucho tiempo. Saben que en cualquier momento la tierra terminará de tragarse sus casas y no quieren estar allí para verlo. (I)