Este organismo también apoyó al país, apunta, a elaborar un plan de prevención y control de estas enfermedades a fines del 2019. Cerca de 7.000 profesionales de la salud, detalla, han aprobado cursos sobre el manejo del dengue. (I)Las compras de insecticidas, toldos, insumos y reactivos para el control y prevención de enfermedades vectoriales han disminuido en 67% en los últimos cuatro años. Esta reducción se ha dado de forma progresiva.En 2017, seis instituciones públicas destinaron $ 2,6 millones; en 2018, seis entidades compraron $ 1,2 millones; en 2019, tres dependencias contrataron $ 232472; y en 2020 subió un poco a $ 889.192 en compras de quince entidades, según los datos publicados por el Sercop.El Ministerio de Salud, que no atendió un pedido de entrevista de este Diario, contrató $ 1,9 millones para la adquisición de tres químicos (malathion, deltametrina y temephos) utilizados en las tareas de fumigación en 2017, mientras que el año pasado dispuso $ 637.313 para abastecerse de los mismos tres insecticidas.El Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública, INSPI, también redujo su inversión en reactivos e insumos; de $ 84.241 (2017) pasó a $ 20.000 (2020).El Municipio de Guayaquil figura, en el Sercop, con tres compras por $ 467.140 para insecticidas y toldos hace cuatro años y, en 2020, registra un proceso por $ 56.880 para químicos.Sin embargo, este cabildo señala que destina $ 350.000 cada año -desde el 2019- en insecticidas, más de 40.000 toldos, prendas de protección y en los sueldos del personal de las brigadas de control vectorial. (I)El intenso dolor de cabeza lo despertó a las 3 de la mañana del viernes 26 de marzo, a pocas horas de jugar, como volante, un campeonato de fútbol relámpago en Montañita.Mientras dormía, la temperatura de Antonio Ramírez, de 13 años, había subido a 39,6 grados, y sus veloces piernas se encogían de dolor, con la sensación de haber recibido una paliza. Pese a la fiebre, pedía más cobijas para calmar los escalofríos, y su piel morena se volvía roja, un ligero sarpullido resaltaba en su pecho.Este deportista que no se perdía ningún partido se resignó. Con las maletas sin abrir, y ante la preocupación de sus padres, regresó a Guayaquil.Los exámenes realizados el primer día descartaron un posible dengue, como sospechaba la pediatra que lo atendió.Para aliviar sus malestares, a Antonio le recetaron hidratantes, vitaminas y paracetamol. “La fiebre siempre fue alta, incluso con paracetamol de 1 gramo, no le bajaba, hubo que ponerlo bajo la ducha 10 minutos”, cuenta su madre al recordar los días de desesperación que vivió cuando los segundos exámenes practicados a Antonio -tras 5 días con fiebre, malestar y unos 30 hidratantes- le confirmaron que su hijo sí tenía dengue.Para entonces su dengue ya era grave. Las encías le habían empezado a sangrar, las náuseas y vómitos reducían a cero los pocos líquidos que toleraba y empezaba a tener dolor abdominal. “Tiene 64.000 de plaquetas, eso es bajísimo, lo mínimo debe ser 150.000, su hijo necesita hospitalización, tiene dengue hemorrágico”, sentenció la pediatra el 31 de marzo, y advirtió: “Su sangre no coagula y la coagulación es un mecanismo del cuerpo para evitar hemorragias, las puede tener en cualquier momento, por la nariz, la boca o abdominal, y entrar en shock. Debe ir a un hospital”.Cómo diferenciar los síntomas del dengue y del COVID-19En esos días, Guayaquil, y todo el país, enfrentaba una escalada de casos de COVID-19 que mantenía una ocupación hospitalaria superior al 90%. Los muertos pasaron de 11 a 15 por día y se venía un feriado por la Semana Santa que amenazaba con disparar los contagios y decesos, como ocurrió después.Con los hospitales llenos y ante la angustia de los padres, la pediatra tomó el riesgo: “¿Conoce alguna enfermera que le pueda ayudar en casa?”. Así comenzó Antonio su tratamiento.Le administraron sueros por vía intravenosa y ahí le aplicaron medicamentos para evitar hemorragias, para proteger su estómago, para restablecer su hígado y para hidratarlo y contrarrestar la hemocentración y el riesgo de shock multiorgánico.De a poco su semblante fue cambiando, Antonio recuperaba su color natural, su apetito empezaba a despertar y le dolía menos mover las piernas.Cinco días después se le retiraron los sueros, pero el tratamiento para restablecer el hígado, inflamado por el dengue, duró 30 días, hasta que la médica le dio el alta el 7 de mayo.Antonio volvió a la cancha el pasado 17 de mayo. Hoy se prepara para nuevos partidos, y saldar así su ausencia en el campeonato de Montañita, en el que, por cierto, su equipo quedó campeón de su categoría. (I)El Ministerio de Salud aún no publica los casos de coinfección de dengue y COVID-19 que se han presentado a nivel nacional. En el hospital pediátrico Roberto Gilbert, de Guayaquil, por ejemplo, se atendió a cuatro niños con ambas enfermedades hasta abril pasado. Otros hospitales confirmaron que se han registrado estos casos, pero no dieron cifras.“Ambas enfermedades pueden causar un proceso inflamatorio severo”, refiere Mildred Zambrano, infectóloga del Roberto Gilbert, y explica que estos pacientes tienen síntomas combinados (fiebre, malestar, diarrea, erupciones en la piel) o puede predominar una sobre la otra. Se requieren pruebas y un análisis clínico para diagnosticarlas. (I)","isAccessibleForFree":false,"hasPart":{"@type":"WebPageElement","isAccessibleForFree":"False","cssSelector":".paywall"}}
En Ecuador, el COVID-19 eclipsó el control de dengue, que se duplicó en año 2020
El 78% de los enfermos con este virus, transmitido por el vector Aedes aegypti, se reportaron en la región Costa. Guayas concentra el 43% de los casos.
Ana Landeta acudió con su hijo, Geovanny, de 11 años, al hospital Francisco de Ycaza Bustamante, el jueves 19 de mayo. Ese día le confirmaron que su pequeño tiene dengue. Foto: José Beltrán
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Mabel, de 18 años, lleva seis días en cuidados intensivos. Su condición es crítica, a causa del dengue grave -antes llamado hemorrágico- que padece desde hace diez días. El viernes 14, antes de ser ingresada en el hospital de Infectología, vomitó sangre. No podía estar de pie. El dolor abdominal la obligaba a acuclillarse, narra su madre, Ericka Delgado, el 20 de mayo.