El tradicional barrio La Ronda, ubicado en el centro histórico de Quito, está de fiesta con el relanzamiento de la Casa 925, una emblemática estructura que ha sido revitalizada con la iniciativa Manos en La Ronda.
Este proyecto, impulsado por Quito Turismo, busca concentrar a artesanos locales que, a través de sus oficios, rescatan y promueven las tradiciones culturales y patrimoniales de la ciudad.
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La Casa 925, situada en una de las calles más emblemáticas de Quito, ha vuelto a abrir sus puertas para invitar tanto a visitantes nacionales como extranjeros a sumergirse en el arte, la historia y la gastronomía quiteña.
En esta pequeña calle de piedras históricas, conocida también por sus serenatas de antaño, bares, restaurantes y museos, la esencia de la ciudad se respira en cada rincón.
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Paulina Arboleda, coordinadora de operaciones de Quito Turismo, destacó la importancia de este relanzamiento. “Esta actividad es una propuesta para que en una calle tan tradicional como La Ronda se concentren artesanos. Los visitantes podrán conocer y disfrutar de juegos y tradiciones que se están perdiendo, como los trompos y los yoyos. Además, contamos con experiencias gastronómicas únicas”, comentó.
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La Casa 925 alberga a siete artesanos que comparten con los visitantes su talento y dedicación. Entre ellos se encuentra Marta Pacheco, conocida como “la hojalatera de La Ronda”, quien con orgullo invita a descubrir su taller lleno de historia.
“Esta casa es un homenaje a los mejores artesanos. Aquí tenemos hojalatería, juguetes tradicionales como trompos, balanzas romanas, ollitas, faroles y campanas, todos elaborados con nuestras manos”, explicó.
Los talleres de hojalatería no son los únicos atractivos. Dentro de la Casa 925 también se pueden encontrar bargueños o secreteros, elaborados por artesanos que mantienen viva esta técnica tradicional.
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También podrán encontrar juguetes tradicionales, como trompos, yoyos y cocinas de hojalata, que rememoran la niñez de generaciones pasadas.
Quito, recientemente declarada Capital del Chocolate, tiene un espacio donde los visitantes pueden aprender sobre el proceso de elaboración del cacao, desde su origen hasta su transformación en delicias artesanales.
La heladería Dulce Jesús Mío ofrece sabores poco convencionales, como el llamativo “caca de perro”, un helado que sorprende por su nombre y sabor único.
El relanzamiento de la Casa 925 no solo busca reactivar económicamente la zona, sino también preservar la identidad cultural de Quito. Cada rincón de esta casa emblemática cuenta una historia y, gracias a los artesanos, las tradiciones se mantienen vivas para las futuras generaciones.
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“La Casa 925 representa la raíz de lo nuestro. Es un lugar donde cada visitante puede reencontrarse con los juguetes y objetos de su infancia, con las tradiciones que hacen de Quito una ciudad única”, afirmó Marta Pacheco mientras mostraba su taller adornado con faroles, campanas y juguetes de hojalata. (I)