“Cuando te dan la noticia es duro. Yo sentí en esa misma noche que ya no amanecía viva, que iba a morir. Pensé en mi familia, en mis hijas. ¿Qué iba a ser de ellas?”. Fanny Chávez recuerda que ese fue el primer pensamiento que se le vino a la mente el día en que le dijeron que tenía cáncer de seno.
Su vida pasó como una película dentro de su cabeza. Le rondaban las ideas dolorosas de un futuro incierto, una noticia que en ese momento apenas podía procesar porque nadie está preparado para eso, nadie, comenta.
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“Al siguiente día piensas que ya no vas a estar con tu familia, pero ellos sí están contigo, te apoyan. Una prima me dijo: ‘Fanny, cuando la gente escucha la palabra cáncer piensa en la muerte, pero no es así, ahora la ciencia ha avanzado mucho y debes hacer el tratamiento’. Yo tomé fuerzas y lo inicié”, expresa.
Sin embargo, todo apenas empezaba. Las quimioterapias se iniciaron y a los pocos días el cabello se le empezó a caer. Se quedaba en sus manos, en el cepillo. Fanny bajó de peso, el color de las uñas cambió, las cejas y las pestañas se cayeron y la piel adquirió un tono pálido, a veces un poco gris.
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Y todo ocurre de un momento a otro. Es como un segundo golpe después del diagnóstico. “Yo quería renunciar. Sentía asco de mi cuerpo, de mí misma; ya no era yo. ‘Esa no soy yo’, me decía”, relata la mujer.
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Fanny cuenta esto en una sala del edificio de Solca en Manta. Allí al menos trece mujeres con cáncer han llegado a una reunión. Se saludan, tratan de conocerse, hablan de sus tratamientos, dolores, triunfos y batallas, de todo un poco.
Dicen que en esta enfermedad son dos peleas: la primera cuando te dan el diagnóstico y la segunda cuando dejas de ser la persona que eras. Por esa razón todas están allí para recibir un taller sobre maquillaje para personas con cáncer y mantener la imagen de quienes eran antes de ser diagnosticadas.
“Hay que lucir bien, aunque sea solo por fuera. Eso hace que la gente te diga que te ves bien, como si no tuvieras la enfermedad; anímicamente eso eleva nuestra autoestima y nos ayuda en el tratamiento”, expresa Fanny, con una amplia sonrisa.
Andrea Mora, coordinadora del programa Luzca Bien, Siéntase Mejor, que impulsa las clases de maquillaje, cuenta que la idea es que el taller sirva para sobrellevar los efectos colaterales que tiene el tratamiento del cáncer.
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“Les ayuda a mejorar su autoestima, ya que debido a la situación por la que atraviesan no tienen cabello, pestañas ni cejas; les ayuda a verse mejor”, expresa.
Refiere que hay un antes y un después de estos encuentros; incluso es un aporte para luchar contra la enfermedad.
Las mujeres reciben un kit de donaciones de maquillaje que es entregado por empresas privadas. Desde 2011, que está en Ecuador, ya han llegado a más de 10.000 personas en varios cantones del país.
De acuerdo con datos de Globocan, en 2022, los tipos de cáncer más frecuentes en Ecuador en las mujeres son el de mama, de cuello de útero, colorrectal; mientras que los de mayor mortalidad son el de mama, de cuello de útero y estómago.
En los hombres, los de mayor incidencia son el cáncer de próstata, seguido por el de estómago y el colorrectal. En cuanto a los que producen mayor mortalidad están el de próstata, de estómago y pulmón.
En 2023, Solca Manabí registró 2.287 casos de cáncer: 1.346 de mujer y 941 de hombres, siendo el más predominante el de piel, con 365 pacientes, seguido del de mama, con 312.
Marlene Vega explica que para todas las mujeres que viven el proceso del cáncer es realmente difícil la caída del cabello. Porque en todas hay un toque de vanidad que hace que sientan la necesidad de verse bien y bonitas.
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Pero el cáncer es una enfermedad que destruye esa idea, cuenta Marlene, quien tiene cáncer de ovarios. Por eso considera que aprender a maquillarse hace que se sientan mejor, consentidas.
“La quimioterapia nos cambia físicamente y eso nos bajonea, pero con esto nos dan un poco más de seguridad”, expresa.
Marlene tiene 43 años. Dice que se mantiene en la lucha contra la enfermedad. Lo hace por ella, por su familia y sus hijos. Ellos aún la necesitan, manifiesta.
Ella es la modelo del taller. Se recuesta en una silla mientras la instructora le coloca una base en el rostro. Mira ambos lados de su cara en un espejo de mano. Observa el proceso que luego deberá hacer ella sola. “Vamos a quedar bonitas, como antes”, comenta la mujer. (I)