ATUNTAQUI

Atuntaqui, Imbabura, espera receptar a más de 30.000 visitantes en estos días. En la capital textilera del país, el 31 de diciembre, a diferencia de otras ciudades, se elabora un solo monigote o año viejo.

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Esta tradición se mantiene desde 1926 cuando los trabajadores de la Fábrica Imbabura hicieron esta propuesta, que está próxima a cumplir 100 años y ha convertido a esta ciudad en un destino turístico los últimos días del año.

Los testamentos en rima que describen jocosamente los hechos y personajes importantes del año le ponen la nota de humor y alegría a esta fecha. El Comité 31 de Diciembre en 1957 tomó la posta y es el encargado de organizar las festividades de fin de año, en 1998 cambió de denominación identificándose como Corporación 31 de Diciembre.

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Este año se espera la participación de 18 delegaciones, unas 1600 personas serán parte de las comparsas. Foto: Ricardo Cabezas

Atuntaqui y su tradicional 'Bando bando'

Los fundadores recuerdan que los muñecos de trapo o monigotes en el siglo anterior eran paseados en la tarde en burros, y en varias esquinas los participantes daban lectura al testamento, que resumía las cosas malas que quedaban atrás, pero de forma jocosa.

Vicente Cahuasqui, un hombre de 85 años, que todavía es parte de la organización, espera ansioso los últimos días de diciembre, señala que la tradición no debe perderse, más aún cuando la población en general se confunde, divirtiéndose avistando las comparsas y escuchando los testamentos.

Esta festividad popular fue declarada como patrimonio cultural del Ecuador. El miércoles 27 de diciembre arrancó la agenda festiva con el programa cómico patrimonial, en el coliseo de la ciudad, hasta donde llegaron 3.000 personas y disfrutaron de los sketch o escenas cómicas que hacen reír a la gente.

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En esta ocasión participaron Los Inmaduros, Amazonas, Mafios, Grupo Muro, Los Shavos, Loafers y Chipucos, quienes representaron a personajes que hicieron noticia en este año. Una suerte de actores o comediantes que montan escenas humorísticas sobre la vida cotidiana local.

También se incluyó a Bando Bando, que tiene una temática única, en esta ocasión hará alusión a las continuas ferias textiles y comerciales que se promueven en el año. Los participantes recorrerán la ciudad escenificando estas actividades.

Durante el recorrido harán una parada en las esquinas, donde dan lectura a los testamentos, cuyos contenidos son sobre temas relevantes del año que termina, utilizando la sátira o broma, divirtiendo a la gente.

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A la voz de “Bando Bando, considerando que el año se va acabando”, unos 300 disfrazados se movilizan por las calles, acompañando al Papá, que es el personaje central y les deja como herencia casos y cosas que están en la mente de la ciudadanía.

El Papá es un monigote en agonía, que es trasladado desde la Fábrica Imbabura hasta el parque La Libertad. Una persona se disfraza de año viejo y camina rodeado de almas blancas y almas negras, que se disputan por llevárselo, en una suerte de parodia.

Al final el monigote humano logra vivir tres días más, hasta el 31 de diciembre que es quemado frente a más de 4.000 personas que se concentran en la plaza central. El 31 de diciembre, el plato fuerte es el desfile de comparsas, desde las 15:00.

Los grupos, colectivos culturales e instituciones se preparan con cuatro meses de antelación para afinar las representaciones, prevaleciendo las caretas de cartón, declarada como patrimonio cultural en el 2007, en este año se aspira a contar con 18 grupos participantes, con 80 y 100 personas, en cada delegación.

En la noche, una orquesta ameniza la fiesta, el jurado calificador define y anuncia a los triunfadores, que se harán acreedores a las caretas de oro, plata y bronce. La programación incluye la lectura de testamentos y quema del año viejo.

La premiación se realiza en la plaza La Libertad, el 6 de enero, considerado el último día de la agenda cultural, explica Wilfrido Vinueza, presidente de la Corporación 31 de Diciembre. “La ciudad se paraliza desde el miércoles 27 de diciembre, en modo careta”, señala Carlos Pasquel, socio de la Corporación.

Carlos comenta que es tanta la expectativa que genera la programación, que el 29 y 30 de diciembre, la gente coloca bancas o graderíos para asegurar los sitios desde donde verán el paso de las comparsas, durmiendo incluso en la calle o veredas a fin de no perderse esta programación cultural de cierre de año. (I)