“Donde haya un habitante, ahí tiene que estar Pingüino”, decía Edmundo Kronfle Abbud cuando estaba al mando de la fábrica de helados que en 1996 vendió a Unilever. Hace casi dos años volvió a recorrer las que fueron sus máquinas y las nuevas ahora de la multinacional para ser parte de la celebración de los 70 años de la marca. Hoy se conoció su deceso.