El fin de la actividad petrolera en el bloque 43-ITT, cuyo primero de 246 pozos fue apagado y abandonado el 28 de agosto, mantiene divididos a comunidades y pueblos indígenas de la Amazonía. Por un lado, están quienes respaldan y exigen terminar inmediatamente con la explotación de crudo, alegando daños a la naturaleza y perjuicios a habitantes de la zona. Por otro lado, se encuentran quienes piden que continúe la operación en el Yasuní, porque su retiro afectará a la economía de la zona de influencia directa y a la nacional.