“Crónica de una muerte -o de una enfermedad- anunciada”. De esa forma dirigentes del sector productor bananero parafrasean el bestseller de Gabriel García Márquez, publicado en 1981, para referirse a la oficialización de la presencia del Fusarium raza 4 (Foc R4T) en el Ecuador.
Esto, después de que la tarde del jueves 18 de diciembre, la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) confirmó lo que para la mayoría de los productores era un secreto a voces desde el 3 de septiembre pasado: que el brote sospechoso que se detectó en la hacienda ubicada en el sector El Quemado, en el cantón Santa Rosa, en la provincia de El Oro, efectivamente se trata del hongo.
“Esto ya se sabía, se conocía, el propio ministro (Danilo) Palacios oportunamente dijo las sospechas, vinieron los exámenes. Y dijo efectivamente que había una planta infectada, luego que había once, y que había que reconfirmar y que las pruebas debían ir a Alemania, a Sudáfrica, en fin. Se fue el señor ministro, no regresaron las pruebas. Hoy viene el nuevo ministro (Juan Carlos Vega) y lo dice, en todo caso ahora es oficial”, señala sin sorpresa Segundo Solano, presidente de la Asociación de Bananeros de El Oro (ABO).
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Para Franklin Torres, presidente de la Federación de Bananeros del Ecuador (Fenabe), tampoco es sorpresa el anuncio, pero le preocupa que actualmente alrededor de 5.000 pequeños y medianos productores de las provincias bananeras -Los Ríos, Guayas y El Oro- en su mayoría no están preparados para enfrentar la enfermedad y no están en condiciones económicas para aplicar medidas de bioseguridad a largo plazo.
“La cadena debe preocuparse de estos productores, de que se mantengan sus unidades de producción, porque caso contrario, el caos social sería terrible y hablo de la cadena e involucrando al Gobierno nacional, a los exportadores, a los vendedores de insumos y a los productores grandes”, aclara el dirigente.
En este sentido, Solano -quien coincide con Torres en la falta de medios para solventar las medidas de bioseguridad- indica que la emergencia fitosanitaria que Agrocalidad anunció para los próximos seis meses, en paralelo con la confirmación de la enfermedad, debe aprovecharse para que esos recursos lleguen directamente a este grupo de productores.
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El dirigente orense critica que no hubo un plan de contingencia previamente establecido que permita tomar las medidas preventivas a los agricultores y revela que desde el sector se había insistido en que no se debía ocultar esta información que ya se conocía -de la confirmación del Foc R4T-.
“Debió haberse preparado, concienciado a los productores en territorio, en los lugares. Se dieron muchos foros en los hoteles cinco estrellas, que tenían un costo la inscripción, y habíamos dicho: tiene que ir Agrocalidad a territorio, reunir por sectores a los productores y explicarles qué es lo que tiene que hacerse”, reprocha Solano.
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Ante esta supuesta falta de planificación, el dirigente señala que los productores tomaron iniciativas propias, como la aplicación de microorganismos para el suelo, como trichodermas, para fortalecer y recuperar los suelos, pero cree que a los productores se les debe brindar una orientación adecuada. “Irresponsablemente se ha mantenido en secreto, si vale la expresión, con mucha reserva la información, no se ha transparentado, no se le ha dicho a la gente: ya tienen que ponerse a trabajar eso. Sabíamos que tenemos problemas de Ralstonia (moko), hoy Fusarium, ha habido cambio climático, debía haberse estado preparando la gente”, comenta.
En todo caso, el dirigente aspira a que en adelante, con la declaratoria de emergencia, los recursos lleguen con programas claros de prevención en territorio, enfocados en pequeños y medianos agricultores, que -asegura- son el grupo más vulnerable, en comparación con los grandes agricultores que tienen otras posibilidades económicas y seguramente ya han aplicado las medidas correspondientes.
Planteamientos al Gobierno
Revela que el sector ha acercado varios planteamientos a las autoridades, al anterior ministro, al actual y al presidente de la República, “pero bueno, ahí está echado a la suerte y ojalá se trate de proteger principalmente a los pequeños y medianos productores”.
Por su parte, Torres comenta que una de las propuestas era la creación de un fondo de contingencia que cree que podía haber servido para esta situación. “Esperemos que el Gobierno nacional de alguna manera logre solventar esta situación, pero creemos que seis meses es muy poco tiempo para tratar de lograr resultados positivos”, anticipa el dirigente.
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Al igual que Solano, cree que la emergencia debería enfocarse en reforzar las medidas de bioseguridad de los pequeños productores e instalar laboratorios de microorganismos en los cantones bananeros, que fue otra de las propuestas del sector. Además, buscar con sus técnicos una variedad resistente a las enfermedades, como el moko, y ahora el Foc R4T. “En la actualidad creo que debe enfocarse en ese sentido la emergencia, caso contrario, las hectáreas productivas bajarán significativamente en los próximos años”, advierte.
Por otro lado, ante el tiempo que Ecuador resistió el ingreso del hongo, desde el 2019 cuando fue detectado por primera vez en la región, en Colombia, y después en Perú (2021) y Venezuela (2023), el titular de la Fenabe señala que se debió a las condiciones climáticas que favorecen al país “al tener un verano tan benévolo”, y también inviernos que no pasan de los 2.000 mm de lluvias en promedio. Sin embargo, dice que este año, lamentablemente, eso no ocurrió y, además, en 2023 y 2024 hubo un récord de lluvias en el país con cerca de entre 3.000 mm y 4.000 mm, lo que a criterio de Torres provocó de alguna manera el aparecimiento de las enfermedades.
Hace un llamado a toda la cadena productiva: productores exportadores, vendedores de insumos, para enfrentar la situación. “Creo que el mejor ejemplo es el de Colombia, que de alguna manera ha logrado controlar a la enfermedad, y deberíamos seguir ese ejemplo, claro, asumiendo las condiciones de nuestro país, que obviamente son diferentes en cuanto al número de productores. Acá tenemos cerca de 6.500 productores, tenemos una democratización de la tenencia de la tierra que hace que las condiciones de atención sean completamente diferentes que cuando hay grandes productores”. (I)



















