Hay un recuerdo amargo que guarda Sheikh Kibria, un bangladesí que emigró a Malasia en su juventud. El migrante narra detalles del dormitorio superpoblado en el que su empresa, el primer fabricante de guantes de protección del mundo, lo alojaba cuando estalló la pandemia de COVID- 19 de la que se contagiaron miles de compañeros suyos.