La mascarilla blanca que le cubre parte del rostro tiene inscrita la frase “Vamos por la vida”. Esa postura, en defensa de la vida desde su concepción, la ha promovido en marchas junto con activistas y movimientos profamilia. Y es, también, el lema de campaña del candidato presidencial Gerson Almeida Espinoza, pastor evangélico y abogado de profesión.

Almeida, impecable con su camisa y bléiser blanco, recuerda que tras las manifestaciones del año pasado se organizaron y formaron el movimiento Promotores del Cambio (Pro) con miras a competir por la Presidencia, pero la pandemia por el COVID-19 interrumpió ese proceso que se retomó meses después con el movimiento Ecuatoriano Unido, fundado por Edwin Moreno Garcés, hermano del actual mandatario.

“Me llegó la invitación de parte del movimiento. Lo que conozco, (Moreno) no es miembro de la directiva”, dice este jurista de 46 años en una entrevista con este Diario, rodeado por siete colaboradores, entre asesores, jefe de campaña y comunicadores, en el recibidor de un hotel de Guayaquil.

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Él interviene en la política, afirma, por responsabilidad social: “Más que un afán de ser presidente, he demostrado mi vocación de servicio”.

Hace once años, Almeida fundó la iglesia Ministerio Betel Casa Apostólica, en San Rafael (Valle de los Chillos, Quito). Con un equipo de su templo, recuerda, predicaron la palabra de Dios durante cerca de dos años, entre 2015 y 2017, en un recorrido por todo el país. En esas visitas encontraron “abandono, tristeza, familias divididas”, cuenta Almeida, quien junto con otros pastores trabajan en la recuperación de personas con adicciones.

“Se los rescata de abajo de los puentes, se les da alimento, se les enseña una forma de ganarse la vida. Ellos hacen pan –en un taller en la iglesia–, lo venden y se compran su ropa. Son individuos reformados y restaurados en tres, cuatro meses”, refiere el pastor, cuya labor social fue reconocida hace dos años al recibir la presea Marieta de Veintimilla, del Municipio de Quito.

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Por su experiencia y preparación como abogado y máster en Teología, este último título no registrado en la Senescyt, considera estar calificado para liderar el país. Su amiga y asesora la pastora Susana Dávila destaca que “su amor a Dios, fe y convicción lo han formado con firmeza en sus decisiones, lo que dice lo cumple”. Su perseverancia, honestidad y generosidad son otras virtudes que ha visto en Almeida.

Hay quienes lo apoyan en redes y otros que cuestionan su intervención en la política. La decisión depende de cada persona, dice el presidente de la Confraternidad Evangélica Ecuatoriana, Estuardo López, quien considera que no se debe involucrar a la iglesia para promocionar sus candidaturas.

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Almeida, quien hace pausas en su agenda para predicar de manera virtual, no ha figurado en cargos públicos. Su carrera de abogado la ha ejercido hace 20 años desde su estudio jurídico Almeida Espinoza. Ahí ha defendido, refiere, causas laborales, empresariales y de derecho familiar. Un caso que recuerda fue la desarticulación de una red de trata de personas en Quito, en 2014.

Pero su prioridad ha sido la actividad religiosa, inculcada en su niñez por sus padres cristianos y reafirmada hace 21 años, cuando empezó a servir en una iglesia cristiana. En ese tiempo cambió los románticos boleros de Leo Marini y las melodías rockeras de grupos, como The Police y Soda Stereo por alabanzas a Cristo, entonadas por él en guitarra, bajo, sintetizador y batería.

Almeida, casado con la pastora Edith Reyes y padre de tres hijos, cree que el país necesita una base ética para desterrar la corrupción desde la raíz a través de la educación, con la reincorporación de asignaturas como ética y civismo.

“Hay que formar a las personas desde niños para que generen una conciencia y cuando lleguen a profesionales no sean mediocres o personas que no se han formado de acuerdo con su vocación y que quieren en tres, cuatro años de participación en la vida pública sacar todo lo que pueden”, considera el pastor, cuyo patrimonio dice no haber calculado.

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Si gana las elecciones, “ahí hemos de hacer a través de la contadora”, apunta este jurista que afirma tener locales comerciales desocupados hace tres años. A su nombre registra al menos dos vehículos, modelos 1988 y 2019.

Con este último auto recibió una infracción por exceso de velocidad, en febrero pasado. “Creo que a todos nos pasa”, justifica este abogado que consta en el sistema de tránsito con dos multas pendientes de pago que suman $ 210. “Es peligroso publicarlo, son deudas no consolidadas”, alega Almeida, quien afirma no haber recibido la notificación. Tiene 9 puntos en su licencia.

Almeida nació en Curitiba (Brasil) mientras su padre, Rubén Almeida Rodríguez, piloto de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, cumplía con un curso militar. Por el trabajo de su progenitor, él estudió la primaria y secundaria en planteles de Quito, Guayaquil y Caracas. En la Universidad Sek, de Quito, obtuvo el título de doctor en Jurisprudencia con la especialidad en Derecho Económico Internacional.

En su tesis de titulación, recuerda, diseñó el proyecto de un tren que integra a los países de la región andina para la circulación de visitantes y agricultores con su mercadería, fomentando el agroturismo. Su ejecución, comenta, no le costaría al país, porque la empresa privada invertiría en desarrollar esta idea, trabajada hace 20 años y que, asegura, la ha ido ‘madurando’. La retomaría al llegar a la Presidencia. “Ya están adelantadas las conversaciones con quienes lo van a hacer. Está prácticamente listo”, dice sin dar más detalles.

La rutina diaria de este candidato incluye trotar o pedalear, aunque le gusta practicar otros deportes, como el tenis. No es bueno para el básquet, confiesa su amiga la pastora Dávila, pero pese a esto, en juegos familiares –asegura– ha hecho la canasta de la victoria. Hace un par de semanas también tomó el riesgo de lanzarse con un paracaídas en San Vicente, Manabí, luego de una entrevista con unos jóvenes.

“Les dije que el Ecuador necesita gente decidida y valerosa”, y acordaron como reto lanzarse en paracaídas. “Y nos lanzamos”, dice este aspirante, crítico de las trabas que tienen los jóvenes para acceder a un crédito: “Cómo es posible que a un muchacho que recién sale de la universidad le piden tres, cuatro meses de declaración a la renta, experiencia”. Cree que se debe ser práctico y apoyarlos con entregas de recursos, sin devoluciones al Estado pero cumpliendo metas. (I)

Más del candidato

Edad: 46 años.
Nacimiento: 10 de mayo de 1974.
Profesión: Doctor en Jurisprudencia con especialidad en Derecho Económico Internacional.
Posgrado: Máster en Teología del Latin University of Teology. Este título no está registrado en la Senescyt.
Estado civil: Casado con la pastora Clara Edith Reyes Acosta.
Hijos: 3.
Impuesto a la renta: En 2019 pagó $ 4.245 y los dos años anteriores, $ 0.
Salida de divisas: En 2019 reportó $ 0; en 2018, $ 169; y en 2017, $ 0.
Empresas: Hace diez años fue socio de tres empresas, todas disueltas.
Patrimonio: No dio información.

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