Fue cuestión de diez minutos. Al ver cómo el fuego consumía la emblemática Catedral de Notre Dame de París, la arquitecta guayaquileña Cristina Correa Freile decidió plasmar en ese tiempo un dibujo que exprese ese sentimiento de tristeza y angustia que había a nivel mundial por la destrucción de un ícono del cristianismo y del arte en general.